El
silencio.
Es
muy difícil escucharlo.
Es
muy difícil escuchar, en el silencio, a los otros. Otros pensamientos, otros
ruidos, otras sonoridades, otras ideas. A través de la escucha, intentamos
habitualmente encontrarnos a nosotros mismos en los otros. Queremos encontrar
nuestros propios mecanismos, nuestro propio sistema, nuestra racionalidad, en
el otro.Hay en esto una violencia totalmente conservadora.
En
lugar de escuchar el silencio, de escuchar a los otros, esperamos escucharnos
todavía una vez más a nosotros mismos. Esta repetición es académica,
conservadora, reaccionaria. Es un muro elevado contra el pensamiento, contra
aquello que no es posible explicar, todavía, actualmente. Es el producto de una
mentalidad sistemática, basada en los a priori interiores o exteriores,
sociales o estéticos. Amamos el confort, la repetición, los mitos; amamos
escuchar siempre la misma cosa, con sus pequeñas diferencias que nos permiten
demostrar nuestra inteligencia.
(El error como necesidad)