lunes, diciembre 31, 2012

Cartas dislocadas (tiemblo, luego existo)





Empiezo este poema como si fuese una carta, porque a larga todas las cartas son poemas. Una declaración es una declaración en cualquier momento y en cualquier idioma. Yo declaro que no sé otra forma que declarar que enfilando mis miedos como niños desnudos en un cuartel militar. (Escena dos: los niños fueron rescatados y colocados en un cuarto con una manta frente al fuego). La ternura me viene del frío. Tiemblo, luego existo. El calor es una trampa sino viene de mi hogar, o de los pocos seres que en este mundo hostil confío. Hay una batalla allá afuera y yo no puedo hacer nada. Andan matando el Silencio. Qué triste eso. Matar el silencio es como matar al Mundo. También hay otra batalla aquí adentro, pero esta es necesaria, como las bacterias que el cuerpo necesita para equilibrar el organismo. ¿Pero qué cuando se es bacteria y se es organismo, y cuando se es también ese niño desnudo en el cuartel militar? (Escena tres: ninguna de las anteriores). Entonces sueño, y luego escribo,  y luego escribo mientras sueño, y luego escribo que sueño dentro de la escritura del sueño. Y viceversa. Porque en el fondo toda escritura es una cadena de sueños que logra a otros despertar. Este poema se inscribe a las siete y cuarenta como un desafío. Tiemblo, luego existo. Esta noche es un avión sin alas varado en el desierto. Estoy perdida, y esta carta es mi único emisario.