La
ignorancia es la condición necesaria, no diré de la felicidad, sino de la
existencia misma. Si lo conociéramos todo, no podríamos soportar la vida ni una
hora; los sentimientos que nos la ofrecen apacible o por lo menos tolerable
nacen de una mentira y se alimentan de ilusiones.
Si
un hombre poseyera, como Dios, la verdad, la única verdad, y la dejara caer
de sus manos, el mundo quedaría aniquilado inmediatamente, y el Universo también
se dispararía como una sombra. La verdad divina, como un juico final, lo reduciría
todo a polvo.
(El jardín de Epicuro. Anatole France. Ed. C. G. Fabril. Bs. As. 1960)