(Mantagua. nov, 2012)
Siiiiiiiií!!!
las fuerzas del cielo me escucharon, pero no las fuerzas divinas si no las del
mundo aéreo. Resulta que ya me tocó la hora de regresar a Quito, con muchísimas
ganas de quedarme un tiempo más, en el camino le decía a Mijaíl que ojalá se
cancelara el vuelo, aunque era casi imposible. Pero una vez llegada al
aeropuerto, dicho y hecho: el vuelo se canceló por una leve fuga de gas.
Entonces nos dieron 2 opciones: los más apurados podían pasar la madrugada en
Lima y luego avanzar hasta Ecuador, o la segunda -que yo tomé-: postergar el
viaje y quedarse en Chile un tiempo más, y, por si fuera poco, como compensación me dieron 400 dólares
en millas para regresar cuando yo quisiera, más cena y transporte. Luego de las
peripecias para contactar nuevamente a mis amigos, logramos regresar a Viña, y
luego Mantagua, a casi dos horas de Santiago, donde nuevamente me esperaba vino, música y
fogata, pero sobre todo la tranquilidad de dormir en el campo bajo un cielo repleto de
estrellas, esa, la mejor compensación.