1943. Es
demasiado pronto para hablar, para escribir, para pensar quizá, y durante algún
tiempo nuestro lenguaje se parecerá al tartamudeo del herido grave a quien se
reeduca. Aprovechemos este silencio como si fuese un aprendizaje místico.
(Peregrina y Extranjera. Ed. Alfaguara, Madrid, 1992.)