Con Andrés Neuman en el barrio Lastarria
(Santiago de Chile, 2012)
Entonces volví a Santiago tras una semana de viajes por las ciudades y
pueblitos del litoral. Regresé básicamente por un seminario cuyo tema era El
tango y la ciudad, impartido por Andrés Neuman, pero para variar calculé mal
los tiempos y llegué muy tarde, con 50 centavos en el bolsillo y con una mochila llena de pequeños tesoros que había encontrado en una tienda de
cachivaches y antigüedades de Valparaíso. Al llegar el salón estaba lleno, opté
por sentarme al final, en una esquina. Mi llegada coincidió con el análisis de
'Balada para un loco', cantada por Goyeneche. Recordé mis amigos con quien habíamos
cantando más de un tango en las cantinas y los microbuses de sur a norte - de
norte a sur. Sentí nostalgia. Quise regresar. Me chocó encontrarme en una aula
de estudios, pero la lucidez de Neuman salvó el viaje. Escuché la canción y salí
a fumar. A mi regreso el seminario había terminado. La gente estaba en la firma
de libros. Yo no tenía los libros de Andrés, pero había leído casi todo lo que
hasta el momento había publicado. Entonces esperé hasta el final, me acerqué y
le dije: Yo no tengo libro, pero te extiendo mi mano porque he pasado buenos
momentos leyéndote. Y en ese momento, y para mí sorpresa, Neuman contestó:
"Carla, querida poeta." ¿De dónde carajo, me conocía? No lo sé. Nunca
antes habíamos tenido ningún tipo de contacto, y no creí que Andrés me hubiese
leído, pero resultó que sí. O quizá por el programa de la Feria del Libro a la que ambos estábamos invitados. Luego de ello -quién lo diría- Andrés me ayudó a
resolver un pequeño problema sobre la localización de mi estadía y otros pequeños
malentendidos que había tenido con la organización de la FILSA, su amabilidad y
sencillez me sorprendieron muchísimo. Le dije que era un día muy extraño, todo
me había salido al revés. Andrés me contestó que a lo mejor no era un mal día, que quizá sólo me había equivocado de pañuelo. En adelante, decidimos dar vueltas por los
paréntesis de la ciudad, caminatas giratorias por el barrio de Bellas Artes,
conversaciones en espiral, risas, vino blanco, blues de fondo. Saltos a
nuestras respectivas infancias. Apuntes de letra ilegible, neologismos, pequeñas
irreverencias. Es bueno habernos re-encontrado, habernos reconocido desde la
sonrisa y la palabra. Mi vida está llena de equívocos, pero todos desembocan,
de una u otra forma, en gratas co-incidencias. El lenguaje se reinventa, una y
otra vez, como este tango en mi oído. Goyeneche sigue cantando. Vení, volá...
¿Hacia dónde?
¿Hacia dónde?