Cigarrillos,
Whisky y Mujeres Salvajes
Tal vez nací de
rodillas,
nací tosiendo en
el largo invierno,
nací esperando
el beso de la piedad,
nací con cierta
pasión por la rapidez
y aún así, cuando
las cosas progresaron,
aprendí pronto sobre la
empalizada
y lo que se saca fuera, el gas del enema.
Por dos o
tres aprendí a no arrodillarme,
a no esperar, a
plantar mis fuegos bajo tierra
donde a
nadie excepto a las muñecas, perfectas y terribles
excepto las muñecas,
perfectas y terribles,
podía susurrar o dar reposo.
podía susurrar o dar reposo.
Ahora que escribí
muchas palabras,
y revelé tantos
amores, para tantos,
y he sido
enteramente lo que siempre fui –
una mujer de
exceso, de fervor y ambición,
encuentro el
esfuerzo inútil.
¿Acaso en estos
días
no miro al
espejo y veo
a una rata ebria
esquivando mis ojos?
¿No siento tan
intenso el hambre
que moriría
antes que mirarla a la cara?
Me arrodillo una
vez más,
por si acaso la
piedad llegase
justo a tiempo.