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Pero ahora voy a un sitio en el otro extremo, al Oeste. Del que por ahora lo único que sé es que el infierno se le parece. Me refiero al calor. Ya quiero recorrer el Gran Cañón y adentrarme en la reserva indígena HUALAPAI (la gente del pino alto). Bueno no llegaré de entrada al desierto, llegaré a Phoenix, donde pasaré la mayor parte del tiempo, y el que será el punto cero de mi travesía. Estoy emocionada. Ya saben que soy una mitómana, y lo que encontraré será el escenario de Jhon Ford, y recorreré parte de la ruta 66 que queda en la zona. Recogeré los pasos de Kerouac y Cassady, y luego avanzaré por tierra hasta San Francisco donde espero escuchar los aullidos del viejo Ginsberg recibiéndome en el Café Vesuvio, antes de continuar a la City Lights Books. Y en Los Ángeles, del cual tampoco tengo ni un jodido mapa, lo primero que pregunte será ¿Dónde queda San Pedro?. Así que espérame papá Chinaski, porque allá va Carla llevando algo con qué brindar.
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Y bien, hay un lugar al que he querido nombrar aparte, por la importancia que para mí tiene. Un lugar al que he deseado visitar y que lo veía lejano, muy lejano. Un lugar por el que me he sentido llamada desde hace algún tiempo: El territorio navajo y el de los sioux-lakota. Estoy segura, no sé cómo (ya me sabrán guiar las voces de los abuelos) que llegaré a las reservas de los nativos americanos. Esa será una búsqueda muy personal, tengo muchas preguntas y una que otra respuesta inconclusa. Para mí, en todo caso, es una ruta necesaria por muchas cosas que no vienen al caso explicarlas aquí. Parte de un gran círculo abierto hace tres años (de lo que me acuerdo). Voy con el corazón abierto, dispuesta a aprender. No sé que sensanciones tendré sola y lejos, pero sé que serán muchas, sé que replantearé muchas cosas y de lo que estoy segura es de que escribiré mucho.
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Por otro lado, me voy en un momento en el que (re) aparece gente importante en mi vida, y gente que a diario creca o lejos me acompaña, y los voy a extrañar, seguro que los voy a a extrañar. Desde luego, como no sé como se den las cosas allá en cuanto acceso a internet, no puedo asegurar nada. Claro que me encantaría compartir lo que vaya viendo, conociendo, experimentado por esas tierras, pero como dije no puedo asegurar nada. De todas formas no serán algunos días, serán alguuuunas semanas, un par de meses que estaré fuera. Y extrañaré mucho esta tierra firme que se ha convertido en la casa de muchos que desde lejos le han dado calor.
Me queda un semana y media en Quitu. Viajaré el domingo 3 de agosto. Pero en estos próximos días tengo unas cuantas sorpresas más. Gracias a los que desde ya me acompañan en el camino.