jueves, julio 24, 2008

Next stop: Arizona-Los Ángeles-San Francisco... y tras las huellas de los navajos y los apaches

Pues sí, me voy. No quería decir nada hasta que no fuese seguro y sobretodo hasta que no dejara resuelto algunos pendientes. Pero ya estoy libre y recargada. Mi próxima ruta será Arizona. Un viaje impensado, pero las condiciones se dieron y esta viajera innata no lo pensó dos veces. En Estados Unidos he estado en dos ocasiones anteriores, pero sólo en el Este del país. La última vez estuve en New York City, donde viví cuatro meses. Una experiencia inolvidable que me marcó para bien en muchos sentidos. E.E.UU., como saben, encierra mucho de lo que más detesto en la vida, pero desde luego -y como en todo- hay seres humanos excepcionales dentro de toda esa masa, gente cuya vida no gira en torno al último escándalo de Paris Hilton o si el presidente está siendo eficaz al combatir todo tipo de terrorismo. No. Hay excepciones, gente que se mantiene al margen, y son ellos los que me interesan. He llegado a conocer personas y artistas tanto o más comprometidos que algunos que dicen serlo aquí. Y claro, dentro del monstruo la resistencia es aún mayor. He estado en Washington D.C., Virginia, Miami, Orlando, New Jersey y Nueva York. A esta última -debo admitirlo- le tengo un cariño especial, quizá porque le debo muchas de mis mejores experiencias. Tengo recuerdos geniales en la gran manzana (incluyendo la vez en que casi me llevan presa por haber sido irónica con un policía y por haberme negado a indicarle el material que había filmado durante una protesta en contra de la guerra de Irak, luego de que grabé el enfrentamiento que hubo entre él y una mujer de Medio Oriente). De todos modos antes de viajar a N.Y., ya estaba de alguna manera relacionada con la ciudad. La primera vez que llegué sentía como un deja vú. Recordaba las películas de Woody Allen, el Central Park, Los Beatles, Henry Miller, Anais Nin, los versos de Lorca, el bajo Manhattan, Paul Auster, Frida y Diego en el exilio, Queens y los latinos, Robert Mapplethorpe y Patti Smith, en fin...
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Pero ahora voy a un sitio en el otro extremo, al Oeste. Del que por ahora lo único que sé es que el infierno se le parece. Me refiero al calor. Ya quiero recorrer el Gran Cañón y adentrarme en la reserva indígena HUALAPAI (la gente del pino alto). Bueno no llegaré de entrada al desierto, llegaré a Phoenix, donde pasaré la mayor parte del tiempo, y el que será el punto cero de mi travesía. Estoy emocionada. Ya saben que soy una mitómana, y lo que encontraré será el escenario de Jhon Ford, y recorreré parte de la ruta 66 que queda en la zona. Recogeré los pasos de Kerouac y Cassady, y luego avanzaré por tierra hasta San Francisco donde espero escuchar los aullidos del viejo Ginsberg recibiéndome en el Café Vesuvio, antes de continuar a la City Lights Books. Y en Los Ángeles, del cual tampoco tengo ni un jodido mapa, lo primero que pregunte será ¿Dónde queda San Pedro?. Así que espérame papá Chinaski, porque allá va Carla llevando algo con qué brindar.
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Y bien, hay un lugar al que he querido nombrar aparte, por la importancia que para mí tiene. Un lugar al que he deseado visitar y que lo veía lejano, muy lejano. Un lugar por el que me he sentido llamada desde hace algún tiempo: El territorio navajo y el de los sioux-lakota. Estoy segura, no sé cómo (ya me sabrán guiar las voces de los abuelos) que llegaré a las reservas de los nativos americanos. Esa será una búsqueda muy personal, tengo muchas preguntas y una que otra respuesta inconclusa. Para mí, en todo caso, es una ruta necesaria por muchas cosas que no vienen al caso explicarlas aquí. Parte de un gran círculo abierto hace tres años (de lo que me acuerdo). Voy con el corazón abierto, dispuesta a aprender. No sé que sensanciones tendré sola y lejos, pero sé que serán muchas, sé que replantearé muchas cosas y de lo que estoy segura es de que escribiré mucho.
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Por otro lado, me voy en un momento en el que (re) aparece gente importante en mi vida, y gente que a diario creca o lejos me acompaña, y los voy a extrañar, seguro que los voy a a extrañar. Desde luego, como no sé como se den las cosas allá en cuanto acceso a internet, no puedo asegurar nada. Claro que me encantaría compartir lo que vaya viendo, conociendo, experimentado por esas tierras, pero como dije no puedo asegurar nada. De todas formas no serán algunos días, serán alguuuunas semanas, un par de meses que estaré fuera. Y extrañaré mucho esta tierra firme que se ha convertido en la casa de muchos que desde lejos le han dado calor.
Me queda un semana y media en Quitu. Viajaré el domingo 3 de agosto. Pero en estos próximos días tengo unas cuantas sorpresas más. Gracias a los que desde ya me acompañan en el camino.