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(...) En el primer capítulo me ocupo del dilema o “pecado original” de la comunicación. Esa duda casi existencialista que hace que aún hoy se debata con pasión si la comunicación es razón o técnica. Para luego recorrer los episodios dominantes de esta disyuntiva. Las escuelas, las influencias, los modelos que desde Grecia hasta Europa, pasando por Estados Unidos y Latinoamérica, se han ocupado y llevado adelante este interrogante.
En el segundo, intento pasar del paisaje universal de la comunicación al bosque concreto de su interpretación y estudio en Latinoamérica. A través de las voces de investigadores y teóricos de la región, reconstruyo la historia de las ideas, influencias y metodologías que se han alternado en cinco décadas de trajín investigativo hasta llegar a nuestro contexto local.
Y por último encontrarán un capítulo en que trato de ubicar a la Facultad en la cartografía de la comunicación y su investigación en el marco regional. Para luego señalar los escenarios de ruptura o reconocimiento a partir de los cuales debiera avanzar el debate sobre las prácticas investigativas. Cabe anotar que entre la segunda y tercera parte logré conformar un acervo, por momentos dispendioso, con los planes de estudio y testimonios relacionados con la Facultad y sus pares.
En el segundo, intento pasar del paisaje universal de la comunicación al bosque concreto de su interpretación y estudio en Latinoamérica. A través de las voces de investigadores y teóricos de la región, reconstruyo la historia de las ideas, influencias y metodologías que se han alternado en cinco décadas de trajín investigativo hasta llegar a nuestro contexto local.
Y por último encontrarán un capítulo en que trato de ubicar a la Facultad en la cartografía de la comunicación y su investigación en el marco regional. Para luego señalar los escenarios de ruptura o reconocimiento a partir de los cuales debiera avanzar el debate sobre las prácticas investigativas. Cabe anotar que entre la segunda y tercera parte logré conformar un acervo, por momentos dispendioso, con los planes de estudio y testimonios relacionados con la Facultad y sus pares.
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Fueron meses de lectura, entrevistas, revisión, y ajuste de contenidos y objetivos. De la gran empresa que soñé al comienzo –la de presentar un mapa de ruta para la investigación en pregrado de esta Facultad-, sólo pude llegar a la elaboración de sus planos. Y con ello no estoy admitiendo el incumplimiento de unos fines, sino reconociendo, una vez más, la mesura a la que me obliga el momento actual de mi formación. Y ese, creo, es el resultado más satisfactorio más allá de la valoración institucional: haber incorporado el límite como un principio intelectual.
Fueron meses de lectura, entrevistas, revisión, y ajuste de contenidos y objetivos. De la gran empresa que soñé al comienzo –la de presentar un mapa de ruta para la investigación en pregrado de esta Facultad-, sólo pude llegar a la elaboración de sus planos. Y con ello no estoy admitiendo el incumplimiento de unos fines, sino reconociendo, una vez más, la mesura a la que me obliga el momento actual de mi formación. Y ese, creo, es el resultado más satisfactorio más allá de la valoración institucional: haber incorporado el límite como un principio intelectual.
(...)Este proceso pasa además por la tarea de lograr que la reflexión teórica de la investigación rompa su dependencia con un pensamiento fragmentado y reduccionista. La aceptación indiscutida de este pensamiento ha corroído la práctica académica, en primer lugar, por la reproducción indiscriminada de metodologías sin la mínima preocupación por lo que ocurre con los paradigmas decadentes que fundamentan el conocimiento generado por las universidades. En segundo lugar, porque esta visión de un orden absoluto e imperturbable no permite interpretar la propia dinámica de la realidad social y sus permanentes demandas de conocimiento. Los prejuicios -los medios nos manipulan, el medio es el mensaje y las audiencias obedecen- demandan una revisión a partir de nuevas teorías.
“Un saber que no pregunta es un saber estancado, anquilosado en la impresión”[1], partiendo de la máxima del filósofo alemán, Martín Heiddegger, y a modo de analogía, ¿cabría una academia sin investigación?, es decir, ¿un saber sin preguntas que lo actualicen?
Por ello, esta tesis busca en el mejor de los casos estimular una cultura académica dentro de una escuela de formación, o en el más modesto abrir el debate sobre el futuro de una academia que no reduzca su dinamismo al del mercado, es decir, ampararse en la demanda laboral para formar únicamente periodistas que la satisfagan.
“Un saber que no pregunta es un saber estancado, anquilosado en la impresión”[1], partiendo de la máxima del filósofo alemán, Martín Heiddegger, y a modo de analogía, ¿cabría una academia sin investigación?, es decir, ¿un saber sin preguntas que lo actualicen?
Por ello, esta tesis busca en el mejor de los casos estimular una cultura académica dentro de una escuela de formación, o en el más modesto abrir el debate sobre el futuro de una academia que no reduzca su dinamismo al del mercado, es decir, ampararse en la demanda laboral para formar únicamente periodistas que la satisfagan.
Nota: Son casi las dos de la mañana y sigo estudiando. Me ha pasado de todo (empastaron mal mi tesis, pero ya está solucionado). Por otro lado, mi director de tesis me hizo caer en cuenta que para mi defensa era necesario abreviar al máximo mi exposición, por cuestiones de tiempo, si no quería dejar fuera lo más importante del debate, así que sigo sintetizando (la tesis tiene 220 páginas) y en unas horas más defenderé. Creo que tengo sobredosis de energizante... comienzo a tener visiones: Jesús Martín Barbero, Walter Benjamin, Paul Valery y Theodor Adorno están conversando frente a mí, jajaja.
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Me temo que asistiré a la defensa de mi tesis sin dormir. En fin... buen inicio de semana.