Sylvia Plath y Ted Huges
Cada
obra de arte surge de una herida que hay en el alma de [l] artista [...] Cuando
una persona recibe una herida, su sistema inmunitario entra en acción y se
produce el proceso de autocuración, mental y físico. El arte es un componente
psicológico del sistema autoinmunitario que da expresión al proceso de curación.
Por eso nos hacen sentir bien las grandes obras de arte. Hay artistas que se
concentran en la expresión del daño, la sangre, los huesos [machacados], la
explosión del dolor, para levantar y sacudir al doctor. Y hay otros que apenas
mencionan las circunstancias de la herida; lo que les preocupa es la curación.
Sylvia tendía a centrarse en el dolor y [a rascarse] la herida.
(Ted
Hughes. El azor en el páramo)