“Fiodor
Pavlovich estaba borracho cuando le comunicaron la muerte de su mujer.
Dicen que corrió a la calle y comenzó a gritar con alegría, levantando los
brazos al cielo: “Deja morir ahora a tu servidor”. Otros dicen que
sollozaba como un niño hasta tal punto que daba pena verle, a pesar de la
repugnancia que inspiraba. Es muy posible que las dos versiones sean
verdaderas; es decir, que se regocijase por su liberación y llorase por su
liberadora. Con frecuencia las personas, incluso las peores, son más inocentes,
más simples de lo que pensamos. Y por otra parte, nosotros también.”
(Fedor Dostoievski. Los hermanos Karamazov)