El bebedor, Paul Cézanne
XII
El
planeta siguiente estaba habitado por un bebedor. Esta visita fue muy breve,
pero sumió al principito en una gran melancolía.
–¿Qué
haces ahí? –preguntó al bebedor, a quién encontró instalado en silencio ante
una colección de botellas vacías y una colección de botellas llenas.
–Bebo
–respondió el bebedor, con aire lúgubre.
–¿Por
qué bebes? –le preguntó el principito.
–Para
olvidar –respondió el bebedor.
–¿Para
olvidar qué? –inquirió el principito, que ya le compadecía.
–Para
olvidar que tengo vergüenza –confesó el bebedor bajando la cabeza.
–¿Vergüenza
de qué? –inquirió el principito, que deseaba socorrerle.
–¡Vergüenza
de beber! –terminó el bebedor, que se encerró definitivamente en el silencio.
Y
el principito se alejó, perplejo.
"No
hay la menor duda de que las personas mayores son muy extrañas", seguía
diciéndose para sí el principito durante su viaje.