Básicamente eso: el graffiti y Álvaro, que es otra forma de fragmento, porque él también se mueve a través de fracciones, recolector de citas a lo Walter Benjamin o hacedor de fragmentos al estilo Blanchot. Pero Álvaro se define a sí mismo como otro vagabundo del Dharma, una especie de outsider, un beat perdido en Pudahuel, su barrio, al que el llama el Bronx de Santiago, un observador sin mayores pretensiones: "yo sólo quiero ser un barterbly", dice, y en gran medida lo es. Un barterbly del sur, pienso, pero del sur de la noche. Fue él quien me dio la posibilidad de quedarme en un mini depar que estaba prácticamente desocupado y, según él, sin mucho amor, ya que nadie vive en él, y sin embargo hay una cama, una refri y una biblioteca. ¿Para qué más?. Cuando se lo agradecí me dijo que se trata de literatura y amistad, como
cuando Hume hospedo a Rousseau o Paul Bowles a William Burroughs. Álvaro me recibió con un resfrío y una fiebre que no se hizo esperar, sin embargo y pese al malestar, las ideas le seguían brotando, y pude conocer mejor su mapa mental. Me habló de su faceta como profesor de historia y de cuando estudió filosofía en Viña (o era al revés), lo cierto es que ambas están presentes, de alguna forma, en sus conversaciones. Su tesis de grado tenía que ver con Hannah Arendt. “Arendt me sirvió para entender el
mundo. Y con eso me basta.” Sus palabras me hacen recordar a los tiempos en que Héctor me la descubrió en la universidad, y como le llegué a tener mucho cariño a esa gran pensadora. Por momentos Álvaro también brinca de un tema a otro, pero sin perder el hilo, todo es una concatenación. "Me gustan los milagros que nadie pueda ver, los milagros invisibles." Lo observo, mueve libros, analiza gente en el metro, va construyendo desde lo más cotidiano su propio pensamiento. "Todo se reduce a la necesidad de ser amado, dice, a la carencia. Me sorprende sus desprendimiento con los libros, me regala uno escrito por su amigo Gustavo Bernal, titulado "La puta gana", en el que Álvaro es uno de los protagonistas, pero con otro nombre. Me regala también otros libros: "La idea de decadencia en la historia occidental" de Arthur Herman, "Antología de la poesía norteamericana" (con traducción de Ernesto Cardenal) y "La Praga de Kafka" de Klaus Wagenbach. - ¿Y éste por qué me regalas?, pregunto. ¿Estás seguro? -Te lo regalo porque sé que un día viajarás a Praga, responde, yo no.
EL PUEBLO EN LLAMAS
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el pueblo engañado
el pueblo expropiado
el pueblo acosado
el pueblo manipulado
el pueblo desahuciado
el pueblo agotado
el pueblo dominado
el pueblo quemado...
Hace 18 horas