Pero ya arriba nos esperaban. Así que luego del Café Juglar, subimos la cuesta para llegar a casa de Antú y Paloma. Bajo un sol terrible, echamos a andar, con cervecita en mano y la interpretación de la ''china hereje" a cargo de dos grandes músicos y compañeros de viaje. Mis respetos a ellos. Si a mí, con todo lo que ando y bailo, ya me faltaba el aire, ellos seguían como si nada, subiendo, cantando y tocando sin parar.
Y ese era sólo el comienzo.
Salú!