lunes, noviembre 26, 2012

Reñaca

Reñaca, Chile. oct. 2012



Nos bajamos en Reñaca. La gente del bus se despide de nosotros, alguno todavía aplaude las canciones que Danny y Mijaíl acaban de tocar. Pensé que al bajar me toparía con cualquier parada, pero ni bien toco el suelo me encuentro de frente con la inmensidad del mar. El sol se ha ocultado, pero la playa todavía conserva un poco de luz. A lo lejos se encienden las luces de Viña. Los tres nos quedamos un rato en silencio, descansando frente al océano. Son estos los regalos de la vida. Los perros callejeros nos siguen ofreciendo su amistad. El viento sopla y aconseja. Las huellas en la playa de Reñaca son las huellas de todas las playas por las que alguna caminé; todas ellas hundibles, humanas, anónimas.