jueves, noviembre 22, 2012

En la belleza ajena - Adam Zagajewski



Es el hermano mayor de los filósofos, el poeta. Mayor, pero, a pesar de ello, tratado con cierta superioridad indulgente; visto desde el interior de la universidad, un poeta les parecería a los hombres doctos alguien frívolo, no del todo serio. Quien no se pasa diez horas al día en la poco ventilada sala de una biblioteca no puede ser tomado en serio. Alguien que escribe a partir de nada. Escribe de la nada, en vez de tejer un libro nuevo a partir de citas, de referencias, de análisis de libros antiguos. Está sentado ante la máquina de escribir con los ojos cerrados, como un médium. Se halla más cerca de la astrología que de la ciencia. Se entrega a entusiasmos sospechosos, a veces canta, se ríe o llora encerrado en su cuarto. Los eruditos no hacen eso. Los eruditos no cierran los ojos ante la máquina de escribir o el ordenador; al contrario: los tienen bien abiertos.  

(En la belleza ajena. Ed. Pre-textos. Valencia, 2003)