Y
finalmente, luego de 17 años, pude abrazar a Natalia, mi amiga de la infancia,
con quien los recuerdos y travesuras permanecen intactas. La maravilla de
mantener, pese al tiempo y la distancia, un nexo tremendamente fuerte de cariño
puro y desinteresado. Natalia también me acogió en su hogar y pude conocer a su
pequeña Sofía. Sensaciones muy extrañas de describir, cuando apenas nos vimos
en el metro nos abrazamos como si no hubiese pasado un solo día sin vernos, y
de rato en rato se me mezclaba su rostro de niña con el de ahora, supongo que
le pasaba lo mismo conmigo, teníamos tantas cosas que contarnos que empezamos a
medio día, y entre la intensidad de nuestras conversaciones y todas las
cervezas bebidas, a la noche caímos rendidas. Esta vez grabé parte de nuestras
conversaciones, como una especie de homenaje a aquellas veces en que de pequeñas
nos grabamos en mi radio vieja cantando o contando historias. Aún conservo esos
cassettes en mi baúl de recuerdos. Quizá en 17 años nos produzca la misma gracia nuestras voces y
risas. Salú!
BUSCADORES DE ORO por RAÚL GARCÍA
-
Nadie dijo que fuera fácil. Nadie dijo en ningún momento que lo íbamos a
conseguir todo en esta vida, que nuestros sueños se iban a hacer realidad.
Nadie...
Hace 5 horas

