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No
intento ser de mi época, intento desbordar mi época.
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hay que bajar, ¿cuánto?, para volver a encontrar el abandono y la gracia, la
pereza y la voluptuosidad, sin los cuales el arte, como el vino, no es posible.
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¿hay
alguna filosofía que no mendigue eternamente los principios sobre los cuales
toda ella se construye?
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El
número de las cosas que no hay por qué decir aumenta para mí cada día.
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Me
creyeron rebelde porque no pude obtener, o no quise exigir, de mí mismo esa
cobarde sumisión que me hubiera asegurado la comodidad. Es quizá lo más
protestante que hay en mí: el horror a la comodidad.
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Prodigiosamente
inculto, con todos esos nacionalistas que, so pretexto de cultivar únicamente
su tierra y sus muertos, ignoran más o menos todo el resto del mundo.
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Me
siento tanto más joven cuanto menos tiempo me queda para sentirlo.
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Es
importante no quedarse demasiado en ningún sitio, ni siquiera en uno mismo.
(Andre
Gide, Diario. Ed. Alba. Barcelona 1999)