Mi
abuelo solía decir:
-La
vida es asombrosamente corta. Ahora, al recordarla, se me aparece tan
condensada que, por ejemplo, casi no comprendo cómo un joven puede tomar la
decisión de ir a caballo hasta el pueblo más cercano, sin temer (y descontando
por supuesto la mala suerte) que aun el lapso de una vida normal y feliz no
alcance ni para empezar semejante viaje.
("La
condena")
Traducción de J. Rodolfo Wilcock