Una de las adquisiciones a nuestro paso por Madrid fue este librito del que yo no tenía ni remota idea que existía, por ello cuando lo vi entre la sección de Filosofía y libros de viaje mis ojos brincaron. Mark se quedó en la sección de Filosofía e historia, y al final salimos equipados para una larga noche.
Dejo la sinopsis del libro, y un par de fragmentos para que lo disfruten.
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"Arthur
Schopenhauer conoció bien Europa en su niñez. Sus estancias en El Havre para
aprender francés cuando solo contaba diez años de edad y, poco después, los dos
grandes viajes europeos que emprendió junto a sus padres, en su adolescencia,
le proporcionaron la suficiente experiencia como para jactarse, cuando ya era
un filósofo famoso, de haber conocido el mundo de primera mano, en persona, en
vez de únicamente a través de los libros.
Los
dos Diarios de viaje que contiene este volumen, inéditos en castellano, los
llevó el adolescente Arthur a instancias de sus progenitores mientras viajaban
por media Europa en coche de caballos. En el primero, escrito durante un viaje
estival al balneario de Carlsbad (Bohemia), Arthur dejó constancia de sus
impresiones de Centroeuropa. En el segundo viaje, de más de año y medio de
duración, los Schopenhauer llegaron a Londres después de pasar por Holanda. De
regreso al continente, a través de Francia, cruzaron los Alpes franceses y
suizos hasta Austria. Viajeros privilegiados gracias a la fortuna de Heinrich
Floris, padre de Arthur, los Schopenhauer visitaban museos y monumentos, conocían
a personalidades de la época y disfrutaban de los más bellos paisajes; fueron
turistas gozosos y pioneros, en busca de cultura y amplitud de conocimientos.
Este
testimonio del joven Schopenhauer, aun siendo de interés para los lectores de
sus obras, aporta además una clara idea de qué podía admirarse en aquella
Europa de comienzos del siglo XIX; cuáles eran los monumentos que entonces
llamaban la atención, qué obras eran dignas de elogio artístico y cómo eran los
paisajes que hacían volar la imaginación de las pocas personas que viajaban por
placer, tan escasas en aquel tiempo e imbuidas de un espíritu puro, aventurero
y romántico."
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Sábado, 10 de diciembre
Hoy visitamos la colección antigua del Louvre. Aunque no nos detuvimos mucho en cada estatua, solo llegamos a ver la mitad de ellas. Delante de la mayoría de las estatuas uno podría quedares parado durante horas enteras. Cuanto más tiempo se las contempla más nos abismamos en el maravilloso sentido de lo que expresan estos mármoles; pero cuando se ven tantas piezas reunidas , una tras otra, así mismo puede uno llegar a atontarse; la atención se desvanece por completo y, del mismo modo, el placer. Por eso lo que hay que hacer es contemplar unas pocas cada vez que se viene, a fin de poder concederles a estas pocas mayor atención.
Martes,
14 de junio
Esta
mañana visitamos la ABADIA DE WESTMINSTER, donde la inmortalidad de los grandes
hombres de Inglaterra ha quedado asegurada mediante un monumento en mármol. Las
tumbas de Milton, Garrick, Händel y Shakespeare son las que primero se ven en la entrada: con rostro serio se halla Shakespeare
a tamaño natural sobre tu tumba, en la mano sostiene sus hermosos versos sobre
lo efímero de las cosas*. Garrick surge tras una cortina, alzándola; parece
penetrar en el mundo mejor. Bajo el busto de Gay se hallan sus conocidos
versos:
"La
vida es una broma, como vemos en todo: / Así lo creía antes, ahora lo sé".
[...]
Cierto es que la visión de la iglesia de Westminster proporciona infinita
materia para pensar. Cuando vemos en esos muros góticos las reliquias y los
monumentos de todos estos poetas, héroes y monarcas, cómo todos han venido a
juntarse aquí desde los siglos más diversos; o, más bien, c´mo yacen aquí
reunidos sus huesos, es un bello pensamiento suponer que también AHORA MISMO
estarán reunidos de igual manera allí donde no los separan ni los siglos, ni
los estamentos, ni el espacio ni el tiempo. ¡A saber qué es lo que cada cual se
habrá llevado consigo al más allá de todo el brillo y la grandeza que aquí les
rodeó! Los reyes tuvieron que dejar atrás sus coronas y sus cetros; los héroes,
sus armas; y la fama dejaron los poetas. Sin embargo, los grandes espíritus que
hubiera entre todos ellos, cuyo brillo brotara de sí mismos y no de las cosas
exteriores, estos se llevaron con ellos sus grandeza, ELLOS son los únicos que
se llevaron consigo todo lo que aquí tenían.
Arthur Schopenhauer. Diarios de viaje. Ed. Trotta. Madrid 2012
(M)