El Apóstol nos dice que en el principio era la Palabra. No nos da garantía alguna sobre el final.
Resulta pertinente que haya utilizado la lengua griega para expresar la concepción helenística del logos, porque al hecho de su herencia grecojudía la civilización occidental debe su carácter esencialmente verbal. Este carácter lo damos por sentado. Es la raíz y fruto de nuestra experiencia y no nos es fácil trasponer fuera de ella lo que imaginamos. Vivimos dentro del acto del discurso. Pero no podemos presumir que la matriz verbal sea la única donde concebir la articulación y la conducta del intelecto. Hay modalidades de la realidad intelectual y sensual que no se fundamentan en el lenguaje, sino en otras fuerzas comunicativas, como la imagen o la nota musical. Y hay acciones del espíritu enraizadas en el silencio. Es difícil hablar de éstas, pues ¿cómo puede el habla transmitir con justicia la forma y la vitalidad del silencio?
Lenguaje y silencio. Ensayos sobre la literatura, el lenguaje y lo inhumano. Ed. Gedisa. Barcelona. 2003.