En una de las callecitas del centro de Cuenca me encontré con Don Adolfo Remache, un hombre de 80 años que tocaba -ausente del mundo- su flauta. Nadie pasaba por su lado. Me detuve a verlo, a escucharlo, sentí la necesidad de acercarme y abrazarlo. Se presentó muy amable, no me pidió dinero, pero le pregunté si necesitaba, es decir si tocaba por gusto o por hacerse de algunas moneditas con la única melodía que se sabía. Me dijo que, en efecto, trataba de ganarse un poco la vida tocando su flauta, porque a partir de un accidente que tuvo en San Miguel quedó mal con la cabeza y el cuerpo ya no le da para trabajar en el campo. Saqué unas monedas y se las di de corazón, pensé en mi abuelo, por un momento vi su mirada en la de Don Alfonso. Mi abuelo murió atropellado, Don Alfonso se salvó. "A ver, toque" le dije, y entonces comenzó nuevamente con las notas de la "Chola cuencana", aunque en verdad la única parte que se entendía era el coro. Aún así, Don Alfonso me conmovió, estaba lleno de ternura a pesar de todo lo que le sucedió, sus ojos nunca perdieron el brillo que a muchos les falta.
EL PUEBLO EN LLAMAS
-
el pueblo engañado
el pueblo expropiado
el pueblo acosado
el pueblo manipulado
el pueblo desahuciado
el pueblo agotado
el pueblo dominado
el pueblo quemado...
Hace 16 horas