Acabo de llegar a casa. Y es muy tarde. Estoy molida, pero feliz. Ha sido un día totalmente atípico. Solo diré que desde temprano me reuní con mucha gente a la que no conocía y con la que compartí 12 horas continuas en una labor extenuante, pero muy grata. Palabras que hoy he dicho/escuchado/repetido: cultura, arte, saberes, ancestros, instituciones, burocracia, Estado, comunidades, organizaciones, individuo, poetas, bailarines, pintores, escultores, actores, narradores, músicos, populares, rurales, financiamiento, Ecuador, investigación, gobierno, ciudadanía, autogestión, mamas y taitas, pueblos originarios, vino, comida, amigos, libro, participación, veedurías, difusión, capacitación, desarrollo, café, gracias, grupo, sueños, proyectos, contacto, maldad, amiguismos, envidia, hijosdeputa, lucha, ley, parroquias, educación, cosmovisión, expresiones, rock, urbanas, yo, tú, nosotros, nadie, todos.
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Cuando llegó la hora de despedirnos sentí que -sin darse cuenta- cada uno me dejaba algo, algo muy bueno detrás de su adiós. También estuvo mi madre, Paola y Reinaldo, y reímos mucho, ¡demasiado! Y ahora que lo pienso, también logramos que Nina ría (y eso que no sabía -acabo de enterarme hace 5 minutos- que su hijo murió hace cuatro semanas, su hijo de 25 años, joven y sano, murió en su cama al detenerse su corazón de madrugada). Es una mujer fuerte, muy fuerte. Y es tauro, como mi madre. Hoy abracé a los tiempos a Samuel. Y toqué de refilón la trenza de Taruka (ay, Taruka, Taruka). Ha sido un día raro, muy raro. Un día especial.
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Ya en la noche, salí de aquel lugar e hice algo también atípico. Asisití a la presentación de un libro. La noticia me llegó a través del ciudadano F. Y valió la pena ir. Luego de una interesante y corta intervención por parte de los dos presentadores y del escritor, salimos al hall para tomar unas copas de vino. Y ahí conocí a una persona valiosa, lo intuyo. Una persona que llevaba un sombrero de paja -si mal no recuerdo-. Me habló de teatro, de payasos, de talleres, de migración, de viajes, de comunidad, de kichwas, de frontera.
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En fin, estoy cansada, y sólo me salen palabras entrecortadas, y las miles de imágenes de este día. He dormido muy poco esta semana, a causa de mi insomnio y de las constantes pesadillas. Mi cuerpo y mi mente están agotados. Pero estoy feliz, muy feliz. Esa gente, la de hoy, me inyectó algo a través de sus palabras, sus miradas, sus sonrisas. Siento que a varios de ellos los veré un día de estos, pero a la mayoría quizá no vuelva a ver en mucho tiempo. Yo les deseo, en silencio, lo mejor.
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En pocos minutos será jueves 7 de mayo, cumpleaños de mi madre. Ella dejará sus 50 (tan solo un año más que Mark). La veo radiante como siempre. Voy a calentarme una bolsa de agua, para tratar de dormir, el frío últimamente ha sido inclemente con mis huesos.
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Quisiera tomarme una pastilla para dormir, y soñar que estoy en Durango, en unos de esos spas naturales a los que solíamos ir con Sage, o a un sweat lodge con los nativos del campamento en Lake Capote. Ah! sentir esa humedad que me reconciliaba con mi cuerpo cansado. Hoy quiero soñar que estoy en Durango. Sí, en Durango. Y en la mañana despertar, y saberme aquí, nuevamente.