En el taller de Aggie, al lado de su dormitorio. Jack en el caballete
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No hay día en el que Jack no tenga algo nuevo que enseñarme, alguien a quien presentarme o algún lugar interesante al que llevarme. Vivir en casa de los Hirschman ha sido como vivir en una galería o taller de arte. Pinturas por todos lados, poesía en la refrigeradora, en la sala, en las habitaciones. Música saliendo de la cocina todo el tiempo. Aggie silbando, Jack cantando y yo bailando con ellos. Las paredes de los baños decoradas con pequeñas fotografías en blanco y negro que nos remontan a los 70, 80, 90s. Donde uno puede ver a un Ferlinghetti sin canas mientras se sienta en el escusado. Aggie en algun Cafe en Inglaterra. Jack con los dientes completos y el cabello oscuro.
La casa queda justo donde termina Russian Hill y empieza North Beach. Justo en lo mas empinado de la calle. Su casa es una tipica casa de San Francisco: mas larga que ancha. El pasillo angosto. El piso de madera vieja. Con dos cuartos de invitados. En el primero estoy viviendo yo, y en el segundo queda abierto para algun artista de turno. Lo interesante es que el cuarto nunca esta vacio. Cada semana pasa algun personaje nuevo. En el tiempo que llevo he conocido actores de teatro, fotografos, escritores, periodistas que se han hospedado ahi. Aggie no miente cuando nos dice a todos: But of course, mi casa es tu casa y tu casa es mi casa.
Se mudaron ahi hace no mucho. Luego de haber vivido por 9 años en un pequeño cuarto rentado en el Hotel Columbus, justo arriba del Caffe Trieste. Cuarto que aun conservan pues Jack lo convirtio en su estudio. El es uno de los pocos que puede darse el lujo de decir cada manana: Bueno, me voy al trabajo, y con ello referirse a su pequeño rincon lleno de historia. Jack trabaja en sus nuevos poemas, pero tambien tiene al momento cuatro traducciones a su cargo. Alli pasa casi todo el dia. Antes de llegar pasa por Chinatown comprando su sopita de verduras y una Dr. Pepper y desde luego su provision infaltable: vodka. A las 5 y 30 de la tarde baja a su otra sala, la sala extendida de los poetas: el Cafe Trieste. Ahi nos encontaremos para mas tarde ir al bar en el que mi voz ya es conocida: Spects.
Con Jack en Spects
La pregunta diaria de Jack es la misma: Carla, linda, tendrás tiempo esta tarde, hay alguien a quien quiero que conozcas, etc, etc…. Y el sabe que mi respuesta siempre es positiva. Es el único hombre al que jamás le he negado una cita. Bromeamos con eso. Nos hemos hecho muy buenos amigos. Jack ha sido un compañero, un consejero, un colega. Todo el tiempo me lo repite: Sweety pie, tu sabes que cuentas conmigo para lo que sea, tu vales mucho y además trajiste a San Francisco un nuevo aire. Tú lo sabes, puedes sentirlo en todos los que te queremos. Claro que lo se, lo se porque lo siento. Coño, es que cada persona, cada artista tiene cada detalle conmigo. Y Jack, el es uno a los que mas extrañaré. Caminamos por cualquier lado y siempre me esta contando anécdotas. Mira esta es la calle Sacramento en la Kerouac termino de escribir uno de sus libros. Mira esta es la fotografía de mi primera esposa, ella solía prepararle sopa de pollo a Henry Miller cuando este estaba enfermo, se llevaban muy bien. Djuna Barne tenia un temperamento fuerte, podía derrotar con la mirada. Yo lo escucho y recuerdo a todos esos personajes queridos a los que he solo he podido conocer a través de la tinta.
Con Jack en Sacramento
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Temprano en la mañana vamos Jack, Neeli y yo a la estación de radio en Berkeley. Al medio día se leerá poesía en homenaje a un poeta palestino que murió hace poco: Mahmoud Darwish. Jack quiere que en cada cambio de poeta yo grite unas consignas. Se supone que la radio es progresista, pero a la hora de la hora no se arriesgan y dicen que las consignas rompen con el formato del programa. Yo digo que no hay problema, que hubiese sido interesante porque es una forma de despertar a la gente. Nos vuelven a decir que no. Jack insiste. Y a la tercera vez que se niegan el se molesta y me hace señas. Yo me río. El programa sale muy bien. Participan dos poetas mas, mujeres. Una es de Nueva York, del Bronx y la otra es una poeta árabe. Conversamos antes y después del programa. Se leen dos poemas por poeta. Uno de la autoria de Mahmoud Darwish y otro de cosecha propia que tenga que ver con el medio oriente.

Neeli, yo, Maina, Jack y Laura en el homenaje al poeta palestino

Neeli Chercovski

La radio que no quiso que grite mis consignas.
From Irak to Palestine occupation is a crime. Viva viva Palestina, viva viva Palestina, y la lucha clandestina, y la lucha clandestina.

Uno de mis poemas favoritos de Mahmud Darwish leidos en el homenaje

Jack Hirschman