Recibí dos cartones. El primero: mi título... periodista. El segundo: un diploma a la mejor alumna de la promoción 2007-2008.
El momento en que me llamaron y el rector me extendió la mano, dijo: Felicitaciones Srta. Badillo, se lo merece.
En cuestión de segundos, se me vinieron tantos rcuerdos, conflictos con algunos profesores y autoridades con los que no me quedé callada cuando veía algo incorrecto, algo que me asqueba, algo de lo que simplemente yo no quería ser partícipe. Pero me vino también varios profesores a los que respeto y tengo cariño, a los que me sacudieron, a los que pusieron en mis manos a Faulkner de una manera más profunda (ahh mi querido Faulkner), a Hanna Arendt, a Chéjov, a Martín Barbero, a Zigmun Bauman, Ulrich Beck, Roberto Calasso, etc, etc, etc.
Yo le respondí: Lo que es la vida, aquí está parada, frente a ud, esa muchacha de sangre caliente como ud solía llamarme, debido a mi temperamento cuando algo no me parecía correcto. En todo caso, gracias por ponerme a prueba. Que le vaya bien. En pocas horas más viajaré a España con mis trabajos. Y seguiré siendo la mujer de sangre caliente, la que no calla. 
Con mis padres