viernes, junio 11, 2010

Con sed de infinito, y un fragmento de Lautréamont

Un día, con los ojos vidriosos, me dijo mi madre: "Cuando estés en cama y oigas los ladridos de los perros en el campo, ocúltate bajo los cobertores; no te burles de lo que hacen: tienen sed insaciable de infinito, como tú, como yo, como todos los otros humanos de rostro pálido y alargado. Hasta te permito que, acercándote a la ventana, observes ese espectáculo por demás sublime." Desde entonces respeto la voluntad de la muerta. Igual que los perros, experimento esa necesidad de infinito... Pero ¡no puedo, no puedo satisfacer esa necesidad! Hijo soy de hombre y de mujer, según me han dicho. Lo que me deja asombrado... Creía ser más.
Los cantos de Maldoror, Isidore Ducase. Conde de Lautréamont