photo by CBC
Kitu 2010
Kitu 2010
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Mr. Paccha me cae muy bien. Mi olfato no falla. De rato en rato dispara frases de acero. Yo aplaudo y devuelvo los tiros con mis balas. Conversaciones de azufre con el nuevo amigo. Cleopatra Andina, me llama. Y a mí me agrada mi nuevo no-nombre. Wilson relame su pincel. Y se pinta mientras habla (sin pintarse). Wilson se autorretrata/representa/inmortaliza. Explota en los colores estridentes. Soy curiosa. Encuentro un fajo de fotografías suyas como billetes del país de nunca jamás. Wilson ES. Y deja ser. No hay egos falsos ni baratos. I like that. Ventana con vista a Guápulo. Atardecer de las 6 y 15 (ni más ni menos). El color naranja incinerando la montaña. Iglesia en llamas. Empuñamos la botella por los buenos ausentes. No hay adornos dulzones en las cenefas. Ni en mis versos. Al menos no esta tarde. Las paredes son blancas como un centro de rehabilitación imposible. Ironía. Es que apenas lo estoy equipando, dice, como un pintor que justifica la falta de cuadros en su sala. Sólo hay un calendario que abriga uno de los muros. Fechas pasadas. Destiempos. Tampoco hay rosas ni girasoles sobre la mesa de centro. No hay mesa de centro. La únicas flores son las flores del mal. Plumas de pavo real en la esquina. Rima. Rima. Rima. Todo rima en esta casa.
¿Ahora quieres un cuento de terror, ternura y paranoia? Entonces le cuento alguna historia de mi abuela esquizofréncia. Hablamos de nuestras obsesiones, fetiches, desvaríos. De pintura, de poesía, de mis diarios. Me siento cómoda aquí y ahora. Tengo una pequeña nostalgia de aquellas tardes en casa de Héctor donde también había una ventana con una vista preciosa. Siempre dispuesta la copa y la buena conversación del amigo, del maestro. Saltan nombres como grillos desesperados. Seres disímiles. La sensación me agradada. Wilson me mostró una versión de Billi Jean en voz de Caetano Veloso. Me gusta la gente que me devela cosas. Luego coloqué doña Chavela Vargas. Y repetimos 4 veces Luz de luna. Me paso de un tema a otro. Salto entre los nombres de mis vivos y mis muertos. Me bifurco. Sí que tienes safado un tornillo, me dice. Y yo le digo que sí, que por eso me junto con amigos como él. Se ríe. Me dice que soy como varias mujeres en una. Todo un combo, exclama. Y yo le digo que en efecto soy todas las mujeres que me habitan. Soy varias, muchas, pero siempre soy la misma.