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Como cuando danzo con fuego, pero sin el barro. Arden mis manos. Arden mis pies. Arde mi rostro. Arde mi cuerpo que se vuelve llamarada. Nadie puede presenciar la escena. Únicamente la muerte que quiere contemplarme esta noche (Dice que no quiere llevarme que sólo quiere seducirme). Se acerca a mi cuerpo desnudo y me agarra del cabello como un amante salvaje. Nunca he sido dragona, le digo. Ni he expulsado fuego de mi boca. Pero has incendiado con palabras, responde. Desvarío. George murió el lunes y me quedé encerrada en casa. Luego caí enferma (Daniel bajó un par de grados con su presencia). Tengo los libros listos para enviar a España. Los miro arrinconados desde mi esquina. Sin tocarlos. Para no quemar el papel con mis dedos en llamas. Los libros y las dedicatorias están listas. Y sin embargo no puedo moverme ni a la puerta de mi casa. Mark sugiere que duerma. Arden mis manos. Arden mis pies. Arde mi rostro. Arde mi cuerpo que se vuelve llamarada. Hierve mi vientre. Pero como Artaud: Ni mi grito ni mi fiebre me pertenecen.
SER CÁTARO
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en este estado
corrupto
que apesta
ser puro
ser ácrata
ser libre
ser cátaro
es la mayor
disidencia
sobre las llamas
libérate
*Vicente Muñoz Álvarez*
Hace 3 horas