
San Francisco en época de invierno. Atrás quedaron las faldas cortas, el ruido de verano, los cafés abarrotados de turistas. Mejor así. Mi banca en Vesuvio, en Specs, en Tosca me esperan disponibles. Todos caminan cubiertos de arriba a abajo para no ser azotados por el viento. Caffe Trieste con la misma música de cada miércoles. Los árboles de Washington Square completamente desnudos. En North Beach no cae nieve pero la lluvia es constante. Llueven saludos. Llueven sonrisas. Llueven palabras con sabor a café en noches de insominio. Jack. Aggie. Jessica. Pocas cosas se comparan al abrazo de la gente que uno quiere. Veo de lejos la silueta de Mark esperándome en Mario´s. El vidrio está húmedo pero lo reconozco de inmediato. Reconozco su sonrisa pura. Su bigote. Su cachucha a cuadros. Paz indescriptible. Stuart también aparece. Noches como ésta hacen que valga la pena ser una mujer-búho. Mark no deja de sonreirme con esa sonrisa-código que juntos inventamos.Todos en North Beach tiemblan de frío. Llueve. Llueve. Llueve. Yo tiemblo de calor. Camino de su mano. Y soy feliz.