miércoles, octubre 07, 2009

Next Stop: San José y Watsonville. Danza y poesía en mis maletas

(fragmentos)
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Paso la noche y madrugada ultimando detalles. No quiero viajar olvidando cosas bajo mi cama. Pongo especial atención en mis trajes y elementos para la danza: trigo, maíz, chaguarmishque, vasija de barro, palo santo, saumerio, etc. Tema pasará en su auto recogiéndome de North Beach a las 7 de la mañana. Luego iremos directamente a San José. Creo que a este paso no dormiré nada. Sobretodo porque todavía me falta colocar las artesanías en los mostradores. No me importaría no dormir -es lo que siempre ocurre cuando hago maletas-, pero mañana me espera un día largo e intenso... y no puedo darme el lujo de quedarme sin baterías.

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5:00 am. Programo el despertador a las 6 :10. Me acuesto a dormir. Me despierto. Veo el reloj. ¡¡6:50!! Veo el celular: cuatro llamadas perdidas de Tema y un mensaje: "voy llegando". Le devuelvo la llamada y le digo que si desea tomar un café éste sería un buen momento. Ella sabe -, por mi voz y sugerencia- que no estoy lista. Dice que no hay problema y me da un tiempito más. Me baño y me visto a medias. Tema llega, me ayuda a sacar las cosas. Y arrancamos para San José. Es extraño ver a San Francisco tan temprano por la mañana. Mi horario en esta ciudad cambia. Creo que han sido contadas las veces que he estado despierta a estas horas. Y eso se debe a que mis días, aquí, son las tardes, las noches y las madrugadas.

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Plumas, coronas, instrumentos regados por todo el auto. Parece como si fuésemos a una presentación de mi grupo de danza. Le hablo de Tullpucuna, de mis compañeros, de la música, de mi madre. Tema acelera y casi se derrama el chaguarmishque. Le explico que se trata del "aguamiel " que sale del penco, que lo fermentó Memo, le hablo también de Don Chugchurillo, el último mishquero de Pomasqui. Ella me cuenta que hace algún tiempo estuvo en México, en Teotiuacan (náhuatl: Teōtihuácān, 'Lugar donde fueron hechos dioses' ), y allí conoció a uno de los últimos mishqueros de la zona, en la Casa Ecológica del maestro Rubén Almeida. Ahí fue testigo del proceso para obtener la miel del maguey. Hablamos de peyote, de San Pedro, de medicina. Hablamos de amigos, de encargos, de viajes a lugares escondidos. ***

La danza empezará a medio día, pero llegaremos antes para ayudar a las demás mujeres del grupo principal. El grupo de Tema se llama Calpulli Tonalehqueh y está conformado por cincuenta danzantes. En nahualt, Calpulli quiere decir "familia de familias". Y Tonalehqueh "guerreros que viajan con el sol". -¿Por qué escogieron ese nombre?, le pregunto. Y Tema me cuenta que cuando se formaron, su maestro -que viene de México- les hizo un estudio llamado Tonalamalt, que traducido del náhuatl significa "libro de los días", está integrado por 260 días, agrupados en veinte trecenas. El calendario ritual era usado por los tonalpouhque o cuenta días para conocer la suerte y personalidad que tendrían los individuos, según el día de su nacimiento; para adivinar el desenlace de los acontecimientos humanos y para decidir el tipo de actividades que debería emprender cada pueblo, según lo determinara la voluntad de sus dioses. Tema es Bianca Quiñonez. Pero su maestro le dio el nombre de Temaquizquini (de ahí su diminutivo), guiado también por el Tonalamalt. Tema nació el 23 diciembre: día del ocho venado. Su nombre significa: "la que ofrece cantos". Un nombre muy acertado porque Tema tiene una voz preciosa que podría estremeces hasta al más insensible. Ella sigue hablando y yo la miro con más cariño. La siento como la hermanita azteca que el destino me devuelve después de tantos siglos. Este lugar lleno de árboles es inmenso y la frente de Tema infinita. Me conmueve tanto el amor por sus muertos, que casi puedo ver mi rostro reflejado en el suyo. Tema es Bianca. Tema es Temaquizquini. Tema es Malinche. Tema es la que ofrecen cantos. Tema es las que fueron y las que no. Tema es el ave que huyó de la hoguera para seguir volando.

De su familia -que es mexicana-, Tema es la primera nacida en EE. UU. Pero ese hecho para ella fue solamente circunstancial. Ella se siente mexicana. Tiene dos hijos preciosos, la primera de diez años (que parece su hermana menor) y uno de cuatro. Tema me muestra orgullosa sus fotografías y me dice que todo lo que hace también es por ellos. Por las cosas que me va contando, Tema es una mujer a carta cabal. En cuanto a la danza, lleva ya siete años en el grupo. Y de esas cosas de la vida llegó guiada por otra de sus pasiones: los mariachis. Tema era parte de uno durante 3 años. Ella tocaba la guitarra, y el lugar donde solía ensayar se llamaba Plaza de de la Herencia Mexicana. Entonces Capulli Tonalehqueh empezó a ensayar ahí también, pero en diferente sala. -"La llamada de los tambores y los pasos de la danza azteca es poderosa, me dice. Antes sólo los guerreros danzaban, como una forma de entrenamiento físico y disciplina mental. Se danzaba incluso por horas. Yo empecé a ver diferentes caminos en mi persona. Sobre todo en la cuestión de la voluntad. De la fuerza". Tema creció rodeada de muchachos que tenían una fuerte crisis de identidad. Ella a los 19 experimentó algo que le hizo encontrar su base, y el fuerte nexo con sus raíces.
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Llegamos a San José y nos detenemos para recoger a otra de las integrantes del grupo: Citlalxaya. -¿Y el de ella que significa?, le pregunto a Tema. -“Cara de estrellas”, responde. Enseguida sale Citalxaya. Una muchacha bajita, dulce y de sonrisa amplia. Enseguida me da muy buena espina. Tiene sangre liviana, como decimos en mi tierra. Luego pasamos comprando burritos para el desayuno y lo que será nuestro sustento para todo el día, pues Tema dice que hasta que no acabe la ceremonia no se comerá nada, incluso muchos ayunan, pero con el sol que hace, las tres deben tomar fuerzas. "¿Las tres?, pregunto de nuevo. ¿Quién falta?, -Nauhxayacatl-, responde Citalaxaya. Y yo de tanto nombre en nauhatl ya estoy mareada. Recordarlos y pronunciarlos me cuesta al principio. "Ahora entiendes porque siempre me presento como Tema", dice riéndose la que ofrece cantos. ***

Nauhxayacatl. No recuerdo que significa su nombre, pero estoy segura que denota fortaleza. Nauhxa es otra guerrera. Casi puedo ver su armadura. Piel morena, rostro fuerte y dos trenzas largas, muy largas. Su rostro además me recuerda alguien de inmediato. Se parece mucho a J. al muchacho que conocí adentro del tepee durante la ceremonia de Peyote cerca de Santa , Nuevo México. Le cuento a Nauhxa esa historia muy particular. Y ella me cuenta a su vez anécdotas de guerreros, fuego y medicina. Nauhxa plumas negras. Nauhxa plumas blancas. Me hallo entre mujeres pájaros. Aves de una misma tribu.

Tema y Nauhxaniña con loro

entre danzantes

Acabo de enterarme de que la ceremonia no será en San José sino en la cercana ciudad de Watsonville, condado de Santa Cruz. Y que el evento de la noche sí será donde pensaba. Pero la verdad estoy pasando tan bien que me da igual a dónde me lleven. Estoy en buenas manos: Tema, Cital y Nauhxa cantan, rien y me cuentan sus historias. Mark me manda un mensaje para saber cómo va todo. Ahhh, cómo le gustaría escuchar la música que ahora está sonando. Puras de esas que los dos disfrutamos. Llegamos a Watsonville. Y el sol es intenso. En consecuencia el suelo hierve. Parecería que es un plan del astro rey para quemar los pies de los danzantes y así lograr que todos salten más alto.

Antes de empezar la ceremonia, a cada grupo se le asigna una especie de stand para poder vender artesanías y atuendarse. Yo, como no tengo stand me acomodo en el césped. Pero al ratito veo que hay un puesto mejor por el centro y me instalo por allá. Justo al lado de un tipo cuyo puesto está lleno de cráneos de coyotes y pieles de lobos y serpientes. Su mirada es imponente e infunde temor. Por su vestimenta me da la impresión que es boliviano, pero por su acento me doy cuenta que es mexicano. Una señora le dice que la de la esquina es una piel de venado y él le dice que no que es de otro animal, La señora insiste tantas veces hasta que él pierde la paciencia porque ella incluso llega a tocar las pieles y cráneos. Él le dice a la señora que él sabe de que está hablando que no en vano a pasado no sé cuántos años de su vida en esto, que sabe reconocer un animal. Y que si le hace el favor de dejar de manosear las pieles. Éste no friega, pienso. Jodido, pero me cae bien, porque no tienen pelos en la lengua, porque habla de frente.Sigo colocando mis artesanías sobre una cobija que Tema me prestó, pero hace falta otra, y el cazador saca una sábana blanca me la entrega. -Cómo vas vender algo si no lo muestras como se debe, me dice. Le agradezco y termino de ordenar mi puesto. Al rato se acercan varias personas y -a diferencia de otros puestos- les explico paso por paso de que están compuestos los collares, aretes y pulseras. Que si de tagua "marfil de los Andes", que si de semillas como el guayruro "ojo de la selva", san pedro, jaboncillo, que si de Spondylus "concha sagrada" y primera monedita prehispánica. La gente se sorprende cuando le digo que soy de Kitu, que vengo de la mitad del mundo. Todos aquí son mexicanos o descendientes de mexicanos, uno que otro extranjero. Yo la única que viene de Ecuador.

vendiendo artesanías

Van pasando las horas y los danzantes siguen en el círculo central. El sol es cada vez más intenso y no hay bocado de comida ni sorbo de agua (la compensación vendrá después, pues acabado la ceremonia habrá un verdadero banquete). En ello aparece Juan, el heladero. Un tipo bajito y morenito que se ubicó diagonal a mi puesto. Juan no se sienta ni un segundo a descansar, debe estar parado y pendiente de sus clientes, que son muchos, pues el clima favorece. Juan comienza a conversar conmigo y me dice que viene de Oaxaca. Pero que vino aquí por lo mismo que la mayoría de sus paisanos, por trabajito y algo de plata para ayudar a los suyos. Piensa regresar dentro de un tiempo. Lo que muchos dicen y pocos concretan, al menos no a corto plazo. Le deseo lo mejor a Juan, es un hombre de ojos limpios. Saludo a Tema de rato en rato y desde lejos. Ella sigue danzando junto a las otras muchachas. Yo disfruto de esta experiencia maravillosa, que es la de siempre: la de encontrarme con tantos mundos en uno sólo. Y las bendiciones que el camino me da. Cosas simples que llenan mi corazón de gratitud. Como ahora, que me estaba secando de sed, y Juan, el heladero me regaló dos helados. Yo le pagué a manera de trueque, con mi mercadería. Le pedí que estirara el brazo y coloqué en la muñeca de Juan aquella pulserita de fibra de marihuana por las que hace un momento él había preguntado.

Juan con mi regalo

... y yo con el suyo

Lo mismo sucede con T, el cazador, quien me dice que si me habla es porque le caí bien, porque me abrí cancha ahí y empecé a compartir el conocimiento con la gente. T. me cuenta sus historias de viajes y cacerías por el desierto y montes lejanos, me cuenta sobre su padre, sobre los cueros curtidos, sobre accidentes y visiones. Al final me dice, mira los dos estamos en lo mismo, toma algo que quieras de mi puesto y hacemos trueque con algo del tuyo. Acepto. Al final él se llevó puesto un collar de guayruros. Y yo una calavera de coyote. Y su sonrisa.

La tarde avanza. Mark me llama y nota en seguida mi emoción. También se alegra porque sabe que esas historias me alimentan. Una vez más, mi voz son los ojos que le permiten ver lo que observa su viajera. La tarde avanza. Miro cómo se va acercando de apoco Tema, Nauhxa y Citalaxaya. Se acercan las mujeres emplumadas. Señal de que es hora de guardar las cosas pues el banquete nos espera. Luego regresaremos a San José, donde seré yo la que encienda el fuego y baile para luna, pidiéndole entre giros y saltos que ilumine nuestra noche.