***
Estoy en Vesuvio. Segundo piso. Junto a la ventana. Sola. Con el libro abierto y las piernas cruzadas. Soy la única mujer en esta sala. Otros dirán que hay otras: la rubia de la esquina, la que sube las escaleras, la pelirroja que ya se marcha. Pero la verdad es que soy la única mujer en esta sala. Las otras son ilusiones, fantasmagorías (lo sé por sus risas difusas). Soy la única mujer en esta sala. La única de carne y hueso. La única que espera (cualidad de los vivos). Y espera. Y espera. Y espera. La única mujer que sigue viva.
***
Pero ellas podrían unirse y decir lo mismo. Decir que soy yo la ilusión, el fantasma. Podrían decir -casi las puedo escuchar-: "Nosotras somos las únicas mujeres vivas en esta sala" Y luego, riéndose muy fuerte me dirían: "Lo que en verdad te molesta de nosotras es nuestra risa. Porque es infinita. Nosotras no pensamos en el tiempo y por eso somos eternas. Y nuestra risa es eterna. Y nuestra felicidad es eterna... aunque no la comprendamos".
Pero ellas podrían unirse y decir lo mismo. Decir que soy yo la ilusión, el fantasma. Podrían decir -casi las puedo escuchar-: "Nosotras somos las únicas mujeres vivas en esta sala" Y luego, riéndose muy fuerte me dirían: "Lo que en verdad te molesta de nosotras es nuestra risa. Porque es infinita. Nosotras no pensamos en el tiempo y por eso somos eternas. Y nuestra risa es eterna. Y nuestra felicidad es eterna... aunque no la comprendamos".
***
Las condenadas tienen razón en algo: Son eternas porque no piensan en el Tiempo. En cambio yo muero arrastrada por el pasado y por el futuro. Y luego revivo de golpe en el presente, como una pequeña marioneta que yace en el piso y alguien jala sus hilos abruptamente, poniéndola de nuevo en escena. Es más feliz el que ignora, sin duda. Pero ninguna felicidad es legítima sin entendimiento.
***Alguien toca mi hombro izquierdo. Volteo y es Clarice Lispector. Su rostro es tan pálido y tan bello. Tan melancólico. Tan pacífico. Tan fuerte. Me ofrece su cigarrillo encendido, pero le digo que no me provoca ahora. Sin embargo le agradezco (en ese momento pienso que talvez las dos estamos muertas pues no se permite fumar dentro de los bares). Nos quedamos en silencio. Y al cabo de unos segundos me entrega con sus manos desviadas un papelito enrollado. "Puedes decir que lo escribiste tú", susurra. Entonces lo abro y lo leo en voz alta. Me doy cuenta de que se trata de uno de mis párrafos favoritos: "Al fin llegaron, los malditos. Y miraban a aquella eterna Viuda, la gran Solitaria que fascinaba a todos, y los hombres y las mujeres no podían resistir y querían aproximarse a ella para amarla muriendo, pero ella con un gesto los mantenía a todos a distancia. Ellos querían amarla con un amor extraño que vibra en la muerte. No se inquietaban por amarla muriendo. El manto de Ella-él era de sufrido color rosa. Pero las mercenarias del sexo en festín intentaban imitarla en vano." Volteo para agradecerle, pero Clarice desaparece.
***
Veo desde mi ventana a Mark cruzando la avenida Columbus. Él vigila la tranquilidad de la gente. Yo las palabras que suda mi cuerpo. Es probable que entre a Vesuvio y se acerque a mi mesa (momento de plena conciencia y felicidad). Quiero contarle lo de Clarice Lispector. Pero creo que lo haré otro día. No quiero que piense que es efecto de la cerveza.
Veo desde mi ventana a Mark cruzando la avenida Columbus. Él vigila la tranquilidad de la gente. Yo las palabras que suda mi cuerpo. Es probable que entre a Vesuvio y se acerque a mi mesa (momento de plena conciencia y felicidad). Quiero contarle lo de Clarice Lispector. Pero creo que lo haré otro día. No quiero que piense que es efecto de la cerveza.
***
Hace poco -y sin comentarle nada de lo sucedido el otro día en Vesuvio- Mark me envió un mensaje a mi teléfono desde City Lights Bookstore, diciéndome que hay una nueva biografía de Clarice Lispector en el estante, y que al verla pensó en mí y me la compró. Me sorprendo y me alegro. Es una extraña coincidencia. Le agradezco.
***
Creo que Clarice estaba tan loca como yo. A veces más. A veces menos. Pero loca al fin. Caótica. Lúcida como pocas en su tiempo.
***
Yo también vivo de noche. Yo también duermo de día. Huyo de vez en cuando. Y como olfato de perro, siento el temblor que se aproxima.