Amanecer más misántropa que nunca, quebrar sin querer la pantalla del computador y quedar desconectada. Y sin embargo seguir con la consigna de descubrir otros mundos dentro de éste. Quiero salir de aquí, le digo a Mark. Él me abraza y me dice vámonos. Entonces emprendemos la ruta como gitanos, nuevamente, con nuestras maletas al hombro y nuestros libros multiplicados como ecos de una misma voz. Rentamos un auto y saltamos a la carretera. Next Stop: la Costa Oeste, hacia el sur, donde en su tiempo también transitaron otros Vagabundos del Dharma. No llevo ni reloj ni mapa, no hacen falta. Sabré reconocer los refugios de Jack London, John Steinbeck, Henry Miller, Jack Kerouac, entre otros que decidieron descansar en esas playas donde el sol, un buen día, decidió no volverse a ocultar.
CIUDADES QUE LLORAN por FRANCISCO ROJAS
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Dicen que si te vas llora Madrid, que ya no sabe el mar de Asturias igual,
que en la parte antigua grita San Jorge desconsolado. Que yo, dicen que yo,
an...
Hace 39 minutos