5:45 pm. Caffe Trieste. Coloco un dólar en la rocola y Zorba el Griego se toma el lugar. Viejo Leon se acerca a mi mesa y me pide que le ayude a poner un anuncio en el periódico. "Viejo ayudante de barcos necesita una mujer que lo acompañe en un viaje sin destino fijo. Sé atar nudos de barcos y escribir sobre revoluciones que nunca llegarán". Luego entra Larry, abre su mochila de refilón y me indica su nueva adquisición: un rollo gigante de papel higiénico robado de algún bar. Me guiña el ojo y luego se va. El calor es soberbio. Mark empezará la jornada en breve, aligera el paso, me sonríe, y antes de salir me deja un beso con sabor a café. En mis oídos se enciende la voz del Cigala, a quien mañana finalmente lo escucharé cantar, de frente, muy cerquita. Mañana me invadirá su fuerza, y la música, nuevamente, será un viaje brutal.
CIUDADES QUE LLORAN por FRANCISCO ROJAS
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Dicen que si te vas llora Madrid, que ya no sabe el mar de Asturias igual,
que en la parte antigua grita San Jorge desconsolado. Que yo, dicen que yo,
an...
Hace 35 minutos