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El aguijón de la muerte es el pecado, y la potencia del pecado, la ley.
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Cuando llegamos anochecía, por lo que aún parecía existir una película entre nosotros y la realidad. Podíamos creer que nos limitábamos a volver a casa por la carretera principal después de una excursión de un día y que cuando llegáramos a la puerta de Tallan House la abriríamos de par en par y nos encontraríamos de nuevo con las vistas familiares. En la oscuridad nos permitimos reír de esta fantasía nuestra más de o que estaba permitido: cruzamos una verja, avanzamos a tientas y a hurtadillas pero con paso seguro por la calzada, subimos el pequeño tramo de toscos peldaños, y oteamos a través de un resquicio en el seto de escalona.
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En mis paseos por aquí he descubierto una docena de lugares a los que uno podría dirigirse como si de sitios de peregrinación se tratara, pero aparecen de repente, inesperados, secretos; nadie, quizá, pisará este lugar en semanas, o verá exactamente lo que he visto en meses, o incluso años. Son vistas que sorprenden al caminante solitario y perduran en el recuerdo.
Virginia Woolf, Viajes y viajeros, Plaza Janés. Barcelona. 2011