lunes, julio 18, 2011

Antipoética

 photo by Witkin

Hotel Boheme, mayo 2011

Escribo poesía porque en este momento al igual aque ayer por la noche, y antes de ayer, y antes de antes de ayer, y antes de antes de antes de ayer, cuando volví a casa sentí que el Tiempo me asfixiaba. Abrí la ventana y no vi otra cosa que la película de siempre: luces, autos, gente, risas. Escribo poesía para comprobar que la realidad no es esa cosa funesta que me obliga a pensar en todos menos en mí, tomando conciencia de los rostros y de los nombres, haciendo daño con mis silencios y mis desidias, hiriendo con palabras que salen de mí como pequeños demonios, provocando al hombre que amo con el único fin de hacerlo reaccionar, exaltándolo para comprobar que está vivo, que no es producto de mi imaginación. Necesito escuchar mi nombre muchas veces en sus labios. Necesito constatar. Y en ocasiones prefiero perder aquello que amo con el único fin de comprobar su existencia. Parecería absurdo. Hiero lo que amo y en consecuencia me hiero a mí. Es una forma cruel y masoquista de reafirmarlo, pero necesito alguna señal inmediata, instantánea. No tengo paciencia. No soy un maldito Buda. Estoy atrapada entre la realidad y la ficción, los dos dioses que gobiernan mi vida.