domingo, marzo 14, 2010

Sobre la posesión de las ninfas - Roberto Calasso

Ninfas y Sátiro
William Adolphe Bouguereau (1876)

(fragmento)
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Pero ¿quiénes eran, después de todo, las ninfas? A estos seres de vida larguísima, aunque no eterna, la humanidad les debe mucho. Atraídos por ellas, más que por los humanos, los dioses empezaron a hacer incursiones en la tierra. Y primero los dioses, luego los hombres, que imitan a los dioses, reconocieron que el cuerpo de las ninfas era lugar mismo de un conocimiento terrible, porque era a la vez salvador y funesto: el conocimiento a través de la posesión. Un conocimiento que otorga clarividencia, pero puede también llevar a quien lo practica a una locura peculiar. La paradoja de la ninfa es ésta: poseerla significa ser poseídos. Y por una fuerza arrolladora. Escribe Porfirio que Apolo recibió de las ninfas el don de las "aguas mentales". Ninfa sería entonces el nombre cifrado de la materia mental que hace actuar y que sufre el encantamiento. Quien se sumerge en esas aguas es llamado nymphóleptos. Entre ellos el más célebre fue Sócrates, que así se define en el Fedro, y al final del diálogo dirige una plegaria purificadora a las ninfas.
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Calasso, Roberto. La locura que viene de las ninfas. Sexto Piso, España 2008.
(traducción Teresa Ramírez Vadillo)