lunes, marzo 15, 2010

Na zdorovya*

Conocí a Rebecca Bella el año pasado durante el Festival de Poesía en San Francisco. Me la presentaron como la traductora del poeta ruso Alexander Skidan quien también estuvo invitado. Apenas cruzamos un par de palabras durante el evento, y fue en realidad al término de la parafernalia que pudimos acercarnos. Recuerdo que tuvimos una gran conversación en Vesuvio. Los mismo temas que siempre me persiguen como zombies. Pero había algo más entre sus ideas y las mías. Nos planteamos cosas que nacían del absurdo y que luego se disparaban hacia el debate. Recuerdo también que R. tenía la voz delicada, muy bajita, y sin embargo esa delizadeza nunca llegó a molestarme porque sus pensamientos eran contundentes. Me agradó su compañía. Y quise que nuestros encuentros continuaran, pero el tiempo nos quedó muy corto.Viajé a Ecuador y perdimos el contacto.
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A mi regreso Rebecca me contactó de nuevo. Y yo se lo agradezco. Ha llegado a ser una amiga de cuya compañía disfruto mucho. El otro día nos dimos cita en Caffe Trieste (que es como mi oficina según dicen). Y hace mucho que no disfrutaba de una conversación tan amena y fructífera con una mujer sin que llegue a cansarme (no lo tomen a mal, pero es que la mayoría de mis amigos son hombres; y la mayoría de gringas me caen mal. Me di cuenta que por lo general sus voces son chillonas y eso altera mis nervios más de lo normal, por lo que se ha vuelto una cuestión auditiva.) Las horas pasaron imperceptibles. Un tema nos conducía a otro. Y otro. Y otro. Y otro. Saltaron títulos de libros, poemas, películas, amores, sueños, desvaríos. Hablamos de lenguas, de traducciones, de ciudades, de músicas imposibles. De Silencio.
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Rebecca se moviliza en bicicleta y siempre lleva una sonrisa ligera. Es profesora de inglés en la Academia de Arte de San Francisco. Su plan de estudios incluye literatura, pero este semestre no pudo abrirse por falta de inscripciones, por lo que se limitará a enseñar gramática. R. también habla español, pero no tiene a nadie para practicarlo (ahora me tiene). R. confesó haberme leído antes del Festival cuando encontró un poema mío en Left Curve. Me dijo que le gustó mucho. Yo le pregunté si ella escribía. Me dijo que sí, y que sin embargo lo mantiene casi en secreto. Me dijo que escribe, que escribe mucho, pero que le parece que el papel de traductora ha opacado sus propios escritos. Las revistas literarias le piden sus trabajos de traducción. Una vez, luego de enviar unos textos de X., la revista le felicitó por su trabajo. R. aprovechó para preguntar si podía mandar sus poemas. Los editores dijeron que sí, pero luego recibió como respuesta un "gracias, pero no los entendemos". R. dice que incluso en el Festival ella era como una sombra del poeta que le tocó acompañar. Y es cierto. Le pregunté si le importaría dejarme leer algo que ha escrito. Y me compartió una serie de poemas. Leí algunos en ese momento. Apareció en escena Paul Celan en uno de los títulos. Luego me entregó el manuscrito de su primer guión. Completo.
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Su guión me enganchó. Primero la historia. La fotografía de la muchacha rusa en prisión. La forma en que me contó cómo se identificó al ver su rostro en el periódico. Cómo se envolvió con el tema. Cómo se metió en sus ojos. Como le dio voz a la pequeña terrorista de miedos. Un guión construído en versos. Rebecca consiguió que una directora de teatro se interesara en su obra y ahora trabajan en el montaje. La obra estará lista dentro de poco. R. me ha dicho que le encantaría que yo fuese a los ensayos. Y claro que he aceptado. Me gusta el juego de voces. Me gustan las polifonías. Me gustan las historias que estremecen.
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R. está organizando un evento cultural para sacar fondos para el montaje de su obra. Y me ha dicho que quiere contar con mi participación. Tanto con mis textos como con mi danza. R. me explica su idea y me encanta. Me habla de el tema-eje. Me habla de mujeres- pájaros. De vuelos. De cantos que no caben en el pecho. Y me dice que por eso ha pensado en mí. Me gusta la idea del evento. Acepto. Será en Abril. En un Café fuera de North Beach. Antes de que se vaya le leo unos cuantos fragmentos de Nochiario de un pájaro color de muerte. R. me agradece y se despide con un abrazo fuerte. Le digo que me gustaría que también ella leyera sus poemas esa noche. Finalmente R. se monta en su bicicleta y desaparece entre la lluvia. Yo regreso a mi refugio con las alas mojadas, pero contenta.
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*Salud! en ruso