
Wairapungo, Kitu. Ecuador
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Me llega un e-mail desde Kitu. Es Memo saludándome desde Pomasqui. Este es su cuarto mensaje, el cuarto en toda su vida, porque hasta hace muy poco, Memo no sabía nada del mundo cibernético. Por eso cuando nos despedimos, la vez pasada, me dijo que nos mantendríamos comunicados a través de sueños o por señales de humo que él me mandaría desde Wairapungo (no bromeaba).
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Me alegra recibir noticias suyas, y que esta vez los mensajes lleguen rápido y sin interferencias. Me ha contado sobre las presentaciones con mi grupo Tullpucuna (antes de que se rompiera el pie derecho por andar "chiveando", como dice), y de cómo recibieron el Año Nuevo Andino o Mushuk Nina (Fiesta del Fuego Nuevo) que en Ecuador lo celebramos el 21 de marzo (aquí comienza la primavera). Lo recibieron en el cerro Catequilla, con una ceremonia especial, y una vez abajo, en casa de Memo, siguieron con la bebida milenaria extraída del penco (chaguarmishque o agua miel) y desde luego la música. Lo de la música lo deduzco yo, pues además de su mensaje, Memo me adjunta dos fotografías. En una de ellas, en efecto, aparece el taita sosteniendo una guitarra. Reconozco a Don Chugchurillo (papá de M.) sentado en la esquina izquierda, a Memo sosteniendo el bombo hecho de chawarquero y al taita vestido de blanco, como dije, tocando una guitarra.
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Memo me dice que a veces piensa que "va a terminar en una casa de locos por pensar en cosas que para otros son irreales o imposibles", y que al menos le consuela contar con otros locos, como yo, para podar contárselo. También me cuenta en su misiva electrónica que justo cuando se cuestionaba y dudaba de algunas cosas cosas el taita le dio una punta de flecha de las montañas de Los Andes, donde según sus palabras: "allá si nadie ha llegado a conquistar las tierras, y donde la gente aún tiene un corazón puro."

La segunda fotografía muestra a Memo abrazando al taita. Memo con su cara de lobo y el taita con la mirada en la lejanía. Blanco y negro en el recuadro. Y una pluma. Una pluma color jaguar. Una pluma arrancada de mi cuerpo. Doña Marina no aparece, pero atrás se visualiza parte del horno de barro en que ella cocina a diario alimentos e historias (historias que son alimento). Imagino el cielo. De qué color fue el cielo la tarde en que estas fotografías fueron tomadas. Si hay algo que me gusta de la gente que vive unida a la tierra es su capacidad de alzar la vista con frecuencia. Desde este Café veo a la gente caminar apurada de un lado a otro. En algunos casos casi esquivando. Todos miran al frente y a los lados. "Tukuy shungua", dice Memo al final de su carta. Tukuy Shungua, repito. Y pienso que es buen momento para salir y levantar la vista.