martes, marzo 02, 2010

marzo

photo by Mark Álvarez
SF 2010
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Marzo llega como una mujer perdida. Peligrosamente triste. Lloviéndome sus malos pensamientos. Jazz líquido golpeando mi ventana. Mi ventana que no da a ningún lado más que a una pila de libros que no son míos. Luna maravillosamente oxidada. Maquillaje corrido sobre la tapa de mi diario. Mi diario que es en verdad un nochiario. Un nochiario anacrónico. Marzo llega en botas de cuero y látigo en mano: aquí están tus recuerdos que nunca fueron, me dice. Y luego se ríe. Marzo llora y se ríe en mi cara. Cínicamente. El agua confunde rostros. Y ahora yo soy su reflejo. Soy un marzo que camina lento para no tener que irme tan rápido. Soy yo la mujer que llega perdida. Peligrosamente triste. Peligrosamente ilusionada. Mi problema sigue siendo el valor de la palabra. Mark dice que no me ahogue con recuerdos que no existen (él puede sacarme del agua). -No puedo-, le digo, la nostalgia es una enfermedad que se me vuelve crónica. Pero sé que es una nostalgia ficticia, un eterno retorno al futuro. Marzo es una mentira tentadora (el agua confunde los rostros). Marzo es una jugadora que empieza prometiendo cosas de las que no está segura. Sueño con subirme en ese tren que nos llevará hacia el norte. Mucho me temo que Seattle ocupará un nuevo lugar en mi lista fantasma.