
Mark y Carla
El filósofo y la poeta
by CBC, SF 2010
(fragmento)
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Si la poesía ha sido considerada a través de su historia, desde sus albores míticos, como estado de posesión (por un dios, un demonio, un genio, etc.) y más tarde como la posesión de un estado especial, apertura del ser que permite nombrar el misterio e incluso, en cierta medida, apoderarse de sus claves simbólicas, para María Zambrano la reflexión en torno a la relación entre filosofía y poesía se inicia a partir de la necesidad de la posesión del ser, del ser de las cosas en principio, pero sobre todo, del propio ser del hombre.
Entre todas las distinciones que traza Zambrano entre el filósofo y el poeta, la fundamental para el tema que nos ocupa es esta que considera la manera en que cada uno de ellos padece su anhelo de unidad.
"Filosofía", escribe Zambrano, "es encontrarse a sí mismo, llegar por fin a poseerse", 26, y ello mediante la voluntad, adueñándose de un ser que el filósofo ha decidido darse a sí mismo con su propio esfuerzo. Pues no podría considerar propiamente suyo aquello que se le entregara como un regalo. el poeta, por el contrario, espera, y no consideraría suyo aquello que no recibiera gratuitamente, sin haberlo merecido siquiera. Esta dicotomía atribuida arquetípicamente al filósofo y al poeta es , en realidad, la manera que tiene Zambrano de descubrir la relación que el hombre ha establecido, desde los inicios de su historia, con el Padre. El Padre Supremo, temido y venerado por una colectividad, pero sobre todo, el Padre introyectado, símbolo del origen, de donde el hombre proviene y a quien, a la vez, teme y quiere volver. Ante este temor y este deseo, a veces convertidos en una tensión de amor y odio, la actitud del "poeta" es la confiada espera a que el Padre le guíe, y el temor también de que lo haga sin contar con el resto de los Hijos. el "poeta" es aquel que ante todo se siente Hijo. El filósofo, por su parte, sabe que habrá de convertirse en Padre para reintegrarse al origen. Por eso matará a los dioses, por eso beberá su sangre: para participar de una eternidad cuyo principio es el acto de dar vida, de hacer la vida, el acto genesíaco.
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Chantal Maillard, La creación por la metáfora. Introducción a la razón-poética. Anthropos. Ed. del Hombre. Barcelona 1992