Qué buen trío el que me llegó de España hace un par de semanas. Habitación desnuda. Poesía 1977-2007 de Uberto Stabile (Ed. Baile del Sol), Marihuana para los pájaros de Raúl Núñez (Ed. Baile del Sol) y Frida Kahlo: Una vida abierta de Raquel Tibol (Ed, Diversa, 2002). Tres libros excelentes. A pesar de que el tiempo por ahora me queda corto, exprimí las madrugadas y me devoré los dos primeros. Qué puedo decir.
De Uberto, que es un POETA total. Sus tres décadas en esta dulce maldición llamada poesía es una prueba irrefutable. Esta antología incluye todos sus poemarios: Distrito Marítimo (1978), Hermosas escenas de la noche (1983), Empire Eleison (1984), El pianista de Metropol (1985), De Kategorías (1986), Rendez Vous (1980), Las edades del alcohol (1992), Perverso (1997), Los días contados (1998), Otros poemas (2000-2007). Y material de derribo: El estado de las cosas (1982), Haiku Romano (1985), Cien días de mayo (2006). Uberto me sorprende cada vez más con su pluma. Con la coherencia de sus palabras, con la sencillez de sus actos. ¿Cuántos puentes ha construído Uberto con sus manos? ¿Y cuántos sigue y seguirá constuyendo? A medida que se explora esa gran Habitación, uno va desnudándose junto al autor, inevitablemente. Sus versos nos atrapan y nos colocan en el camino. Uberto nos lleva por un recorrido que incluye fieras, habitaciones salvajes, ciudades lejanas, sonidos imposibles. Uno se da cuenta de que aquel jovencísimo poeta que en los años ochenta prefirió destrozarse los oídos /con la electricidad de las guitarras/ antes que corear las consignas de los profetas, años más tarde seguirá llevando el mismo ímpetuo, caminando con fuerza con un par de zapatos mucho más empolvados y desgastados, pero con las mismas ganas de desafiar a la vida. Ese mismo poeta que años después se hizo un autoretrato en el que dijo: Mi vida siempre tuvo dos puertas/ y ninguna de las dos proyectó mi sombra. El que tuvo la osadía de aumentar sesenta y nueve días al mes de mayo.... y el que ha sido capaz de descifrar mis jeroglíficos.

De Raúl, que me conecté con él de inmediato. Con su ironía, su descontento, sus inframundos. Con su vómito poético. Marihuana para los pájaros incluye todos sus poemarios: San John López del camino (1970-1971), Poemas de los ángeles náufragos (1969-1970), Cannabis Flan (1983), Jougla rock (1971-72), People (1974). Cuenta con un Prólogo de Alfons Cervera y Epílogo de Uberto Stabile. Ambos lo hacen desde su relación cercana con Raúl y develando otros nombres, como el poeta David González con quien, en palabras de Uberto, siempre acaban irremediablemente hablando de Raúl Núñez, como si al hacerlo le devolvieran ese brillo que tienen las personas cuando después de muertas son invocadas, como si al hablar de ellas las conjuraramos contra el olvido. Raúl es de esos poetas a los que me es fácil llegar a querer. Porque me doy cuenta que escribió desde adentro, reventándose más de una arteria. Yo soy de la idea de que Raúl nació con una especie de cristal en los ojos. Un cristal con el que pocos nacen. Un cristal a través del cual tenía la facultad de distorsionar la realidad a su antojo, y sin embargo ser más lúcido que muchos otros en sus interpretaciones. Él pintaba con sus pupilas calles, moteles, estaciones de tren, todo del color que a él le daba la gana. Ay mi querido Raúl, estoy segura de que finalmente Jack Kerouac te contó qué es lo que hace ahora, y quizá ambos hoy se preparan una sopa de arroz en la muerte. Raúl, no sabes lo que provocaste en mí cuando leí Miel y pocos me han hablado como tú de la muerte de Allen: Tu calavera será de azucar viejo Ginsberg/ y sólo los pájaros comerán de ella. Supiste dejar bien claro tu dignidad como poeta, tu no-precio: Si me pagaran un millón de dólares por este poema/ me callaría la boca para siempre. Se lo dije a Uberto. Le dije que ahora entiendo por qué los dos eran amigos, y es que Raúl con toda su crudeza, su frontalidad y su vocación maldita... era un hombre tierno.

Sobre el libro Frida Kahlo: Una vida abierta hablaré cuando lo lea. Por lo pronto he revisado algunos párrafos y me han gustado muchísimo (además de las fotos que nunca había visto y abundantes extractos de su diario). Es un regalo único. Fue adquirido originalmente en México. Todo da vueltas. Y así somos. Cíclicos, libres, felices con la sonrisa del otro. Gracias Uberto, por este, por el tuyo y por el de Raúl, porque gracias a ti pude conocerlo. Siento a Raúl como un amigo más, un amigo muerto que se sienta a nuestra mesa para hablarnos desde el poema.