miércoles, junio 04, 2008

J. Martín Barbero: Cartógrafo de la comunicación

Me sorprendió ver que hasta hoy no había colocado nada sobre el investigador Jesús Martín Barbero (Avilés, 1937-). Él ha sido uno de los pilares de mi formación como comunicadora. No sólo por su autoridad intelectual -nunca pretenciosa-, sino también por su forma de ver y entender el mundo. Semiólogo, filósofo, antropólogo y experto en comunicación. Es un investigador incansable y un hombre que se ha entregado por mucho tiempo a la Academia. Recuerdo que en la universidad a casi nadie le interesaba, incluyendo algunos profesores, pues les parcía aburrido (cabe recalcar que les parecía aburrido sin haberlo leído) mientras yo buscaba sus textos. Hasta que un día Héctor, mi profesor y director de Tesis, me proporcionó uno de los libros de M. Barbero. -Es el que condensa gran parte de su pensamiento- dijo. Se trataba de El Oficio de Cartógrafo. Luego vendrían otros por mi cuenta.

Sí, este señor es uno de mis maestros, de esos que lamentablemente sólo me ha enseñado a través de sus libros, sus reflexiones, sus propuestas, sus entrevistas. El día que me enteré de que vendría a Ecuador para un Encuentro de Comunicación, en Loja, me emocioné mucho porque tenía pensado entrevistarlo para mi tesis. Sin embargo, por cuestiones de salud su visita se canceló. Al final acudí al Encuentro, pero sé que hubiese sido distinto si él asistía. Considero que es uno de los investigadores latinoamericanos (nació en España pero se nacionalizó colombiano en 2003) más lúcidos, y con toda la legitimidad de mandar a la mierda a muchos comunicadores/as "respetables" y a muchas instituciones, es uno de los que más ha cuestionado la enseñanza de la comunicación en nuestras universidades. Esa terrible prioridad que se le da al adiestramiento tecnicista antes que al pensamiento. La de crear monigotes que sepan manejar sofisticados aparatos, titular una noticia, etc., pero sin poder interpretar el mundo, porque no hay criterio, no hay nada, están vacíos. Recibir órdenes (sea del jefe o del mercado) cumplir, cumplir y cumplir, día tras día, sin cuestionarse nada. Nada.

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(Fragmento sobre la enseñanza en las Facultades de Comunicación)

Yo no olvidaré en la vida una pregunta que me formuló Francisco Gil Tovar en la primera reunión que hicimos de AFACOM (Asociación de Facultades de Comunicación) en Cali, él decía: ¿qué vamos a hacer cuando se constate que la gente más inteligente, más honesta y más valiosa ocupa cargos sin ningún lustre, mientras que la gente que en la universidad fue torpe, está en puestos de mucha altura?. A mi me dio pena decirle a Gil Tovar que la verdad es que en una sociedad así, como la nuestra, sólo pueden destacarse ésos. Este es el hecho. De veras: estar en los grandes pivotes, en algunos raros casos, es consecuencia de que la gente es muy valiosa, pero en otras ocasiones es fruto de las serias contradicciones del sistema.
Mucha de la gente que no encaja es porque las empresas de medios no quieren gente que venga a cuestionar y que venga a democratizar lo que está pasando. Lo que quieren es "carga ladrillos" que se pregunten muy pocas cosas sobre el mundo, sobre la vida y sobre el país. Cuanto menos se pregunten mejor. Ahí es donde nuevamente aparece la situación del país. Yo no puedo formar a un periodista neutro que sabe muy bien escribir un lead, que sabe responder a las viejas prácticas periodísticas -que, entre otras cosas, están cambiando con la entrada de las tecnologías-. Aquí también necesitamos de lo otro: de profesionales que tengan un mínimo de herramientas para poder ubicarse en esta sociedad y, que sin ser maniqueos, sepan realmente que hay intereses colectivos e intereses privados, que hay intereses en la guerra y hay intereses en la paz. Lo mínimo es esto. Es que no pueden salir manejando únicamente cámaras, micrófonos y grabadoras sin que nada de ésto apunte a entender mínimamente lo que está pasando en la sociedad.
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Conversación con Jesús Martín Barbero, en Revista Signo y Pensamiento, 1998.