
Salud! y -como dice Vicente- que Hank nos guarde de los bichos malos.
EXPLORING LIFE IN A SAVAGE WAY (insatiable hunger for knowledge)
Salud! y -como dice Vicente- que Hank nos guarde de los bichos malos.
Eliana llegó a poner orden. A la izq. David y la derecha yo, con el "guagua" ya pateándome, jaja
Ya todos en la "quadrilha"...
En Woodbridge, yo vivía en casa de Mery. Le pedí por cuestiones de tiempo que me ayudara a averiguar el día, la hora y el lugar exacto en el que la delegación con la que yo viajaría se iba a encontrar. Y por supuesto los horarios del tren que me llevaría hasta NY. Cuando regresé a casa por la noche Mery me contó que se reunirían el sábado, en Union Square, y que el bus saldría a las seis en punto de la mañana. Dijo también que yo podría tomar tranquilamente el tren a las cinco, puesto que la estación estaría abierta desde las cuatro.
Llegó el gran día. Todo iba bien hasta que llegamos a la estación del tren. Parecía una de esas escenas donde la próxima víctima está de lo más tranquila en una estación completamente vacía (y desde luego ella no puede escuchar la música de suspense ni los ángulos subjetivos de la cámara). No había ni siquiera un maldito mosco volando. Pero todo iba bien. Seguramente en ese pueblo nadie madruga a NY un sábado -pensé-, al fin y al cabo la Gran Manzana nunca duerme. ¿Qué sentido tendría madrugar? Pero yo sí madrugué. Y debía estar a las seis en punto de la mañana en Union Square. Todo iba bien hasta que no vi a nadie en la boletería. Todo iba bien hasta que Mery se dio cuenta que en vez de averiguar a qué hora salía el primer tren a NY el sábado, averiguó el horario del VIERNES. Y claro, era sábado, día en el que los trenes salen a las SEIS. Se acabó mi paciencia. Empecé a desesperarme. Sabía que aun llegando más tarde a Washington, ya había perdido tiempo, dinero y sobretodo el trayecto en el bus de la delegación, en el que tenía previsto grabar algunas entrevistas. Todo se fue a la mierda. La escena era más tétrica aún. Mery y yo paradas y mudas. Hasta que luego de un par de minutos ella dijo: Opciones, tenemos que ver opciones. Salimos a la carretera. ¿Opciones? -pensé- ¿la mejor opción hubiese sido no confundir viernes con sábado? ¿cuantas jodidas opciones pueden haber cuando se quiere viajar a NY y se está barado en un pueblo desolado a las cinco de la mañana? Taxi: imposible. No sólo que no pasaban sino que yo no tenía plata para ese chistecito. El auto de Mery: negado. Su licencia había caducado y sólo manejaba 100 metros a la redonda. Autobus: tampoco. No era como en Quito que bien o mal pasaban buses seguidos aunque estos vayan repletos y uno tenga que sentarse sobre el motor. No, allí pasaban cada media hora, y entre todo el alboroto ya eran casi las seis. Respirar. Pensar. Respirar. De pronto apareción un punto negro que se acercaba cada vez más. La sangre se me subió a la cabeza. Tenía que llegar a NY como sea, lo más pronto posible. Sin pensarlo estiré mi brazo derecho, hice puño y saqué mi pulgar. ¿Estás loca? -dijo Mery- Esto es Estados Unidos no una dulce aldea comunitaria. No vas a subirte en el primer auto que pase. En el primero no -respondí- ya vi que tiene placa local, pero si el segundo tiene placa de NY, no lo dudes. Mery creía que yo tomaba ciertos riesgos innecesarios. Bueno, no sólo Mery, de hecho el 90 % de la gente que me conoce piensa lo mismo. Cuando vi que una camioneta paró, me acerqué. Era un tipo el que iba al volante. Contextura delgada, tez blanca, una cara dulce. Realmente dulce. Todo parecía muy bien.... parecía. Éstaba a punto de subirme. Pero algo me patió en el estómago. Intuición. Cerré la puerta. Y me eché para atrás. La camioneta arrancó y minutos después tomé un bus hasta NY. Ya en la estación central tomé otro hacia Washington. Lo más curioso es que a mitad de camino el bus paró en una especie de gasolinera-restaurant para que los pasajeros descansaran o comieran algo. A ese mismo lugar había llegado, minutos antes, la gente de la delegación que iba a la gran marcha. El 95% eran musulmanes. Quise aprovechar para pasarme a ese bus y continuar mi viaje con ellos, pero los de Greyhound no me lo permitieron. Discutí con el conductor, llamaron a un inspector... pero esa es otra historia. El punto es que finalmente llegué a Washington.
Concepto:
Muchxs han objetado la última performance de Pippa Bacca y a la propia artista por haber sido “demasiado idealista”, ingenua y confiada. La mayoría de estas opiniones han intentado de manera absolutamente simplificadora hacer del idealismo y la confianza sinónimos de inconciencia y banalidad. Llegando, incluso, desde estos supuestos (en una práctica social muy común) a justificar el crimen. Sin embargo, quienes convocamos a este homenaje sostenemos que, más allá de la elección personal para transitarlos, la confianza y el idealismo siguen siendo dos caminos ineludibles que permiten a cada artista desarrollarse y proyectarse como persona, de volcarse hacia territorios de encuentro como la alteridad y la empatía, tan necesarios hoy en nuestras prácticas culturales tan minadas y contaminadas por las especulaciones del mercado y el narcisismo.
Modalidad
Frente a la labor de tantos artistas que, como Pipa Bacca, han decidido poner en acciones claras y contundentes, y no en meras conceptualizaciones, su obra y su sentir, este homenaje busca desarrollarse desde la acción performatica y no desde el discurso. Es por ello que ha recibido a diversxs artistas del arte acción para participar con acciones y performances que celebren los ideales promovidos por la obra de Pippa Bacca: el encuentro en y desde la diversidad, la alteridad, la unión y la confianza, valores vitales e indispensables para imaginarnos hacia una realidad digna de ser habitada.
Extiendo desde acá mi abrazo solidario, a la memoria de Pippa.
Más información:
Fotografías (excepto las de Pippa): Carla Badillo C.
Fotografía: Carla Badillo C. - Autoretrato
Reciente erupción del Volcán "mama" Tungurahua
Sí, me gusta. El tema central (la locura), los personajes (El hombre de Cera, Roberta, El Onírico, Adela, El de la Almohada Esquizofrénica, El caballero Llorón, El Fóbico al Agua, Rómulo y Remo, La Niña Péndulo, etc, etc, etc.), los diálogos, la intriga bien manejada. Incluso lo que el autor hizo para escribir esta novela (quizá porque siempre he tenido esa idea en mente) ingresar a un hospital psiquiátrico y convivir, como un loco más, entre los locos. Lo hizo con la ayuda del psiquiatra Vallejo-Nágera, quien además prologó su obra.