photo by Rocío Coronado
Cuenca, Ecuador. 2012
Regreso a la bella ciudad de Cuenca, al sur del Ecuador, luego de veinte años. La primera vez que estuve aquí fue cuando tenía seis. Tan pequeña y sin embargo recuerdo muy bien que en aquel entonces nos alojamos en el Hotel Catedral, por lo que despertábamos muy temprano con los campanazos y cánticos de las viejas beatas de la zona. Siempre se quedó impregnado el recuerdo de las fachadas de piedra antigua, las cúpulas de las iglesias y ese color rojizo propio del ladrillo y las tejas que domina la ciudad.
Es feriado de Carnaval, por lo que la ciudad permanece casi vacía, me gusta, por eso mismo quise venir durante esta época, en la que el resto del país se atiborra de gente y de barullo. Esta ciudad tiene una vista preciosa y muchos cafés pequeños y acogedores. Decidí venir con mis padres; se los propuse apenas unos días antes y aceptaron. Vinimos en auto, casi nueve horas de carretera. Hace rato que no viajábamos juntos, de alguna forma nuestras vidas han cambiado (y lo seguirán haciendo), por lo que esta escapada sirvió para aprovechar su compañía, una vez más, desconectada de casi todo el mundo. Me hizo muy bien.
mi madre en una de la coloridas callecitas del centro histórico
Centro de la ciudad
parte de la fachada de la catedral
mi padre en la puerta de la Corte Constitucional
Tuve la oportunidad de volver en octubre para la aceptación del Premio Nacional de Poesía "César Dávila Andrade", ya que la ceremonia se dio aquí el primer día del Festival de Literatura "Alfonso Carrasco Vintimilla", pero yo me encontraba en San Francisco por lo que, en mi nombre, asistieron mi madre y mi hermana. Esta vez quise recorrer las calles del poeta e incluso visitar su tumba, pero nadie me ha dado razón, me temo que sus restos pueden estar fuera, posiblemente en Venezuela que es donde pasó un buen tiempo antes de su suicidio. De todas formas me emociona estar en su tierra, escucharlo desde alguna parte, declamar sus poemas, susurrarme fragmentos de sus cuentos.
Mañana iremos a visitar algunos pueblitos y zonas aledañas. En la plaza de las flores, una mujer de trenzas largas me cuenta que el desfile grande será en Gualaceo, así que iremos para allá durante el día, y después avanzaremos probablemente a Sigsig, Paute y Chordeleg, mientras tanto a seguir recorriendo, recordando, encontrando.