Qué maravilla, hace poco un amigo me regaló 60 cassettes de jazz, uno de esos desprendimientos que, de no haber aparecido en aquel momento, quién sabe, probablemente estos cassettes se habrían perdido. Y a pesar de hoy en día la tecnología -de alguna forma- hace nuestras vidas más livianas, yo soy amante de este tipo de objetos, pequeñas grandes reliquias, como buena fetichista. Muchas gracias Samuelín. Comparto con ustedes lo que ahora mismo suena en mi habitación, con ese sonido inconfundible de 1958, en un Café llamado Bohemia.
INCONSISTENCIA por MARLUS LEON
-
Imperfección de las horas vacías que tejen mi piel
Absorta,
huida del ser,
de la vida,
de la materia que soy...
Imposibilidad de ser otra
acumulando
di...
Hace 28 minutos


