De vuelta en Cuenca, anduvimos un buen rato por la conocida Calle Larga, que manteniendo el contexto tradicional de su arquitectura, se ha convertido en el centro de diversión con un sinnúmero de bares cafés y pequeñas galerías de arte. Quizá la mayoría de clientes de estos locales ignora el contexto histórico de esta calle que divide a la Cuenca moderna de la antigua junto al río Tomebamba, uno de los cuatro que atraviesa a la ciudad.
Entramos a comer en el "Monday blue", un café bar restaurante pequeño y acogedor, cuya decoración kitsch llama la atención desde la entrada. Carteles, afiches, placas de diferentes países, botellas, discos, e incluso artefactos viejos como máquinas de coser y escribir son parte del ambiente.
Le pregunté a la muchacha que atendía qué quién era el propietario, y me dijo que su nombre era John Amaury, un español que por lo general se pasaba viajando, de ahí que en la decoración consten múltiples objetos y souvenirs. Más tarde leí en un artículo sobre el origen del nombre de su cafetería: "en parte fue una joda a la cadena Fridays, cuyo eslogan era Gracias a Dios es viernes y yo me preguntaba: por qué el viernes no lo podemos comenzar desde el lunes, de ahí sale nuestro 'Monday Blue', y lo de blue es porque el azul es mi color favorito”.
El local cuenta con tres niveles para 120 personas. El concepto es el de una cafetería restaurante, cuya especialidad es la comida mexicana, aunque también ofrece una carta de pizzería, platos fuertes nacionales e internacionales, a más de picaditas y ensaladas. Sin olvidar los 46 tipos de cocteles, licores finos y cerveza. Además, buena música y muy convenientes precios. Bon appetit!