Una experiencia inolvidable. INOLVIDABLE. Me gusta sentirme al límite, al borde mismo de las cosas. Hasta ahora me pregunto si en realidad estuve ahí, en medio de todo ese paisaje monumental que hasta entonces sólo conocía por libros, documentales y fotos en revistas de lugares tan lejanos y majestuosos. El Gran Cañón es una de las 7 maravillas naturales del mundo. Tan mágico, oculto y difícil de acceder. No es posible llegar a un sitio como este y seguir siendo el mismo. Al menos a mí se me abrieron los poros de la piel y el alma. El Gran Cañón se extiende por 445,9 kilómetros de largo, alcanza casi 29 kilómetros y tiene 1.828 metros de profundidad. Y yo estuve ahí, caminando en ciertos tramos de esa fortaleza rocosas contagiándome con esa energía de piedra y fuego y de los espíritus de indios guerreros cuyas voces aún puedo escuchar. Y descendí por el aire, en un helicóptero que sobrevoló la intensidad de los colores naturalmente saturados, e incluso los del río Colorado, cuyas aguas más adelante recorrimos embarcados en un bote, siguiendo su corriente.
el helicóptero que nos destinaron
los compañeros expertos en objetos voladores sí identificados ;)
Mi nombre junto al del piloto. Creo que por cuestión de peso me eligieron como copiloto,
atrás fueron 5 personas, incluyendo mi padres.
junto a Joseph alistándonos para el despegue
cuando el vértigo empezó
Es fácil ver cuanta adrenalina este viaje produce, basta observar la cara de mi madre antes de subir...
y la diferencia de su gesto durante el descenso. ;) (mis gritos no salen en la foto)
bajando, bajando, bajando
a ratos tenía la sensación de que íbamos a estrellarnos contra las rocas
texturas
Río Colorado
la energía de millones de años
aterrizaje
mujer en tierra firme. ;)