Con Howard en Caffe Trieste.
photo by Mark Alvarez. Monterrey, Ca. oct. 2011
(fragmentos de mi diario)
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Volvimos a Monterrey, entre otras cosas, porque dejamos pendiente nuestra reunión con Howard Shrager, el buen amigo del poeta Harold Norse y el hombre enigmático de la famosa fotografía en Caffe Trieste de San Francisco que conocimos la otra noche. Desde luego, no hubo mejor lugar para nuestro reencuentro que en Caffe Trieste de esta ciudad.
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Mientras esperábamos decidimos desayunar, yo me decanté por un plato de yogurt con granola y fruta, y Mark por un capuccino con begel (aunque cada vez -dice- es mas difícil encontrar un begel real). Howard llegó con dos libros bajo el brazo, uno para Mark y otro para mí, ambos escritos por él, se trataba de dos libros infantiles: cuentos y adivinanzas respectivamente, de una habilidad e inteligencia que despertó en mí el interés por aventurarme, más adelante, en dicho género. Sus enseñanzas al respecto me resultaron útiles, sencillas y a la vez llenas de tanta sabiduría para desarrollar una historia para niños. Hubo un momento en el que Mark y yo estábamos respondiendo entre risas los acertijos y juegos de palabras, algo que en lo personal me gustó mucho, puesto que aún necesito mejorar mi inglés, sobre todo mi pronunciación especialmente entre ciertas letras que guturalmente me cuestan.
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Mientras esperábamos decidimos desayunar, yo me decanté por un plato de yogurt con granola y fruta, y Mark por un capuccino con begel (aunque cada vez -dice- es mas difícil encontrar un begel real). Howard llegó con dos libros bajo el brazo, uno para Mark y otro para mí, ambos escritos por él, se trataba de dos libros infantiles: cuentos y adivinanzas respectivamente, de una habilidad e inteligencia que despertó en mí el interés por aventurarme, más adelante, en dicho género. Sus enseñanzas al respecto me resultaron útiles, sencillas y a la vez llenas de tanta sabiduría para desarrollar una historia para niños. Hubo un momento en el que Mark y yo estábamos respondiendo entre risas los acertijos y juegos de palabras, algo que en lo personal me gustó mucho, puesto que aún necesito mejorar mi inglés, sobre todo mi pronunciación especialmente entre ciertas letras que guturalmente me cuestan.
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Howard conoció a Neeli la noche en Charles Bukowski conoció a Harold Norse en Venice, Los Ángeles, California, en el apartamento de Norse. Era un encuentro esperado porque hasta entonces los respectivos poetas habían mantenido únicamente correspondencia. Neeli era el intermediario de Bukowski, y Howard el de Norse.
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¿Pero cómo conoció Howard al poeta Harold Norse? Ambos vivían en Venice, un día Howard (23) estaba en la playa con su novia y reconoció a Norse (52), de quien ya había leído algunos poemas. Howard se dio cuenta de que Norse le echó un ojo, pero una vez que quedó claro que Howard no era gay, pero que sí estaba sumamente interesado en la poesía, comenzaron a conversar y terminaron siendo grandes amigos hasta la muerte de Norse hace un par de años.
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"Muchos años atrás - dice Howard- estuve viendo la película Cinema Paradiso, cuando cortó la escena de una gallina posándose en un coche abandonado. Inmediatamente las palabras de una rima callejera de los años 20 que mi padre me había enseñado brilló en mi mente: "Chicken in the Car, and the Car Can't Go… that's how you spell Chicago." Recordé fácilmente otra que por años estuvo "olvidada": "A Knife and a Fork and a Bottle and a Cork…that's how you spell New York.” Así es como decidí, ese mismo día, escribir un libro para niños con rimas que dieran cuenta de los 50 estados de mi país, un libro en el que pudiese combinar elementos inteligentes y sencillos, motivados sobre todo por la memoria y el amor a las palabras y el ritmo.
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"Muchos años atrás - dice Howard- estuve viendo la película Cinema Paradiso, cuando cortó la escena de una gallina posándose en un coche abandonado. Inmediatamente las palabras de una rima callejera de los años 20 que mi padre me había enseñado brilló en mi mente: "Chicken in the Car, and the Car Can't Go… that's how you spell Chicago." Recordé fácilmente otra que por años estuvo "olvidada": "A Knife and a Fork and a Bottle and a Cork…that's how you spell New York.” Así es como decidí, ese mismo día, escribir un libro para niños con rimas que dieran cuenta de los 50 estados de mi país, un libro en el que pudiese combinar elementos inteligentes y sencillos, motivados sobre todo por la memoria y el amor a las palabras y el ritmo.
Howard nació en Brooklyn, creció en Jersey, cerca de Woodbridge (donde yo pasé una temporada, durante el verano de 2006). Fue a la universidad en Wisconsin, estudió Historia, y luego se mudó a California, para especializarse, también en Historia, pero en UCLA, aunque confiesa que la razón principal era que le gustaba todo lo que en ese momento ocurría en la costa Oeste, California, en 1967, era el centro de la nueva cultura.
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Howard luce muy bien para su edad, Mark y yo lo reconocemos, y viendo la foto de aquellos tiempos en la foto junto varios escritores de la generación beat, Howard resalta con su cabello espeso y su barba negrísima. Howard nos cuenta que en determinado momento la Historia no le daba para más, y, parafraseando a Rilke: "Todo lo que es visible se aferra a lo invisible". Y desde luego, sentía que todo lo "pensable" está contenido en todo lo no pensable. "Eso sentía, siempre hay MÁS a nuestro alrededor que la resonancia. El poeta trata de penetrar el mundo invisible, y yo tenía imágenes que iban y venía a mi mente, y no me dejaban en paz hasta que las ponía sobre el papel."
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El poeta que en verdad me metió en la poesía, dice Howard, fue Dylan Thomas... y bueno, también me influyeron mucho, en el college, los románticos. Más adelante: Shelley y Keats, así como William Blake, Ezra Pound y T. S Eliot. El eje de mi vida ahora lo conforma la enseñanza primaria, dentro de la Waldorf School, mi familia y mi escritura. Rudolf Steiner ha sido, en ese sentido, muy significativo para mí. Tengo una novia a la que amo y amo lo que hace, dibuja con una vieja máquina de coser. Y vive la mitad del año al otro lado del mundo, pero nos amamos y cuando regresa vivimos juntos. Mark y yo nos regresamos a ver, y sonreímos.