martes, diciembre 20, 2011

Día de los muertos


 photos by carla & Mark. Salinas, California. 2011

A dos cuadras de la casa victoriana del escritor John Steinbeck, un hombre de apariencia latina nos invitó a entrar en lo que resultó ser un pequeño, pero interesante de Centro Cultural. La última exposición tenía que ver con el día de los muertos, y como se trata de mantener las tradiciones de los que por alguna razón han migrado o cuyas raíces están en países de Centro y Sudamérica, esta vez le tocó a México. Por primera vez pude conocer los famosos altares, los mismos que se montan en estas fechas como homenaje a diversos personajes, desde familiares hasta cantantes, pasando por guerrilleros, actores u obreros. Uno de los altares que más me llamó la atención fue el de los miles de trabajadores mexicanos que murieron en rieles y construcciones, así como el de las Adelitas, conocidas también como 'soldaderas', mujeres que participaron en la Revolución Mexicana y en los contingentes de los distintos grupos revolucionarios como soldados, cocineras, enfermeras o ayudantes.



Luego ingresamos a una sala donde encontramos un altar (el más grande de todos) dedicado exclusivamente a las culturas precolombinas, principalmente a la cultura azteca. El hombre se portó muy bien con nosotros, hospitalario y amable, e incluso nos quedamos un buen tiempo hablando de mi tierra y de mi gente, luego acabó entrevistándonos a Mark y a mí, y finalmente me entregó, por un momento, una hermosa corona de plumas azules, pidiéndome que la colocara sobre mi cabeza. 


Ya casi al salir (Mark y yo moríamos del hambre y aún faltaba visitar la tumba de Steinbeck) observé que en una de las cercas de madera, en el patio del Centro Cultural, tenían una bandera de Ecuador, y, a pesar que no soy muy a fin a los símbolos patrios, sí debo admitir que me produjo una bonita sensación, algo similar a lo que me ocurrió el otro día en el viejo muelle de Monterrey donde escuché a un cantante callejero entonar una bachata de Juan Luis Guerra, en español, desde luego, cuando todos los que caminaba al rededor hablaban en inglés, en fin, una conexión inmediata con mi país, estoy más que segura que en toda Salinas, California, esa era la única bandera de Ecuador, bellísima en medio de ese cielo impecable, pequeñas alegrías cuando se está lejos de casa.