martes, diciembre 02, 2008

Hace 193 años Jan Potocki apretó el gatillo

(Polonia, 1761-1815)
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Entre los primeros autores que Mark mencionó en una de nuestras frecuentes charlas sobre libros, música y películas, estaba sin duda el polaco Jan Potocki. A Potocki lo conocía por referencias sobre su vida y obra, especialmente a partir de la película Manuscrito encontrado en Zaragoza, realizada por el director polaco Wojciech J. Has, (1965) y editada en DVD por Coppola y Scorsese en 2002, basada en la novela homónima de Potocki que Mark me recomendó, y con la cual Potocki se convirtió en el maestro del género fantástico.
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Me llamó la atención las historias que se tejían en el libro (escrito en 1792 y publicado en 1804 ), las mismas que incluían entre sus personajes a gitanos, cabalistas y bandidos. Mi interés se incrementó cuando en una de las tantas noches que pasábamos con Mark en el Caffe Trieste, -con capuccino o africano en mano-, nos extendimos hablando sobre la vida del autor. Él ya me había contado algunas cosas, y en aquella ocasión había un computador portátil a nuestro alcance y comenzamos a buscar más información sobre él. Empecé a leer algunos datos biográficos: viajero incansable, cronista, científico, historiador, político y escritor…. Potocki se convirtió en una revelación para mí.
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Entre los países a los que viajó se encuentran Italia, Malta, Polonia, Túnez, Turquía, Egipto, Inglaterra, Marruecos y España. Es en este último donde ambienta parte de su obra, que aunque sea fantástica, debió alimentarse de todo lo que vio e imaginó para lograr tal construcción de piezas y detalles. “Los gitanos de Andalucía”, “Viaje a Turquía y Egipto”, “Viaje al imperio de China”, “Historia primitiva de los pueblos de Rusia” y “Principios para una cronología de los tiempos anteriores a los Juegos Olímpicos son otras de las obras que componen la producción literaria de este escritor.
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Cuando regresé de la primera parte de mi travesía, lo primero que hice fue ir a una librería y preguntar por el libro mencionado y por otros tantos que Mark me recomendó. No pude conseguir ninguno ya que si en inglés son ediciones escasas y poco comunes para la lectura de un público amplio, en español, y en mi país mucho menos. Así que fue en España, concretamente en Logroño donde lo conseguí. Aunque de eso ya hablaré en las próximas anacrónicas de viaje, ya que fue el mismo Pepe Pereza quien me llevó a la librería y me regaló el Manuscrito del que tanto le había contado. Fue interesante leer el Manuscrito mientras recorría España, y caminar por algunos de los lugares mencionados, como el río Guadalquivir, en Andalucía, una de las tierras predilectas del escritor.

Con el Manuscrito encontrado en Zaragoza.

Zaragoza_España

Hoy se cumplen 193 años del día en que Jan Potocki se suicidó en su propia biblioteca, disparándose una bala de plata que él mismo había pulido pacientemente.
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(Mientras escribo este artículo, me entra una llamada de Mark al celular. Sólo falta el capuccino y el ambiente del Trieste para pensar que el tiempo no ha pasado, pues la conversación sigue siendo igual de interesante y placentera. Hablamos de Jan Potocki, de Burton y de un par de nuevos autores. Me cuenta que está leyendo una biografía de Potocki en francés, que cuando tenía 22 aprendió algo de dicho idioma y que ahora está tratando de recordar y guiarse con un diccionario. Le cuento sobre los ensayos con mi grupo de danza, sobre el libro en el que estoy trabajando, etc. Él está casi por salir de la Estación. Me cuenta que Neeli conversó un rato con él y que me envía muchos saludos. Neeli acaba de llegar de México, de la Feria del Libro. Mark me cuenta además que han instalado en una de las galerías de North Beach, una foto enorme de tres artistas de San Francisco, dos de ellos amigos muy queridos: el poeta George, el pintor Ali Mongo y el jazzero -hace poco fallecido-: BJ Papa (murió el mismo día en que conocí a L. Ferlingetthi)

Subiré de vez en cuando datos sobre la vida y los viajes del escritor polaco, y algunos fragmentos de su obra. Por ahora comparto el siguiente, en el que deja ver los rasgos de un verdadero aventurero:
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"Me quedaba sólo una alternativa: regresar a Andújar o seguir viaje. La primera ni la consideré, de modo que saltando sobre mi caballo, lo puse en seguida a un trote rápido, y al cabo de dos horas llegué a orillas del Guadalquivir, que no era, en aquel lugar ese río tranquilo y soberbio cuyo majestuoso curso abraza las murallas de Sevilla. Recién salido de las montañas, el Guadalquivir es un torrente sin orillas ni fondo, bramando siempre contra las rocas que contiene su ímpetu.

El valle de Los Hermanos comienza en el lugar donde el Guadalquivir se derrama por la llanura; lo llamaban así porque tres hermanos, a los que, más que los lazos de sangre, les unía la afición al robo, habían hecho de aquel lugar, durante mucho tiempo, el escenario de sus hazañas. De los tres hermanos dos habían sido capturados, y sus cuerpos colgaban de una horca a la entrada del valle; pero el otro, llamado Zoto, se había escapado de la cárcel de Córdoba, y se decía que andaba por la sierra de la Alpujarra.


De los dos ahorcados se contaba cosas muy extrañas. Se decía que sus cuerpos, animados por no se sabe qué demonios, abandonaban durante la noche la horca para espantar a los vivos. Y esta leyenda pasaba por tan cierta, que un teólogo de Salamanca había escrito una disertación en la que probaba que los dos ahorcados eran una especie de vampiros, cosa que creían hasta las gentes más incrédulas. Pero también corría el rumor de que aquellos dos hombre eran inocentes, y que al ser injustamente condenados, pretendían vengarse, con el permiso del cielo, en los viajeros y caminantes. Tanto había oído hablar en Córdova de esta historia, que tuve la curiosidad de acercarme al lugar donde se levantaba la horca."


Manuscrito encontrado en Zaragoza, Jan Potocki, Alianza Editorial, Madrid, 2008
Al pie del río Guadalquivir, mencionado por Jan Potocki.
Sevilla_España